miércoles, 13 de febrero de 2013

TOROS, GIMNASTAS Y SOBREESTIMULACIONES.

Qué poco cunde la vida.

Ayer sucedió un momento memorable en la escuela. Antes de ese momento he de dejar constancia del otro tema: el momento actual (crisis, corrupción, conlaqueestácayendo, la coyuntura socioeconómica, momento de reajuste financiero, etc.) es bien divertido. Y quien no vea la gracia es porque se obstina en mirar hacia el lado negativo. Una de las grandes oportunidades que se nos brinda es la de poder escuchar cada día a una cantidad ingente, e incluso infame, de personas diciendo tonterías que se autosuperan en cuestión de milisengundos. Admiro con devoción, cual rociero a la Pantoja, los personajes con egos y vanidades capaces de lanzar discursos imposibles en cada momento, contradecirse, desdecirse, volver a empezar y mostrar siempre la misma calma y sonrisa, incluso soberbia. ¡Qué tipos!

Un escándalo supera a otro y cuando estás comenzando su digestión, zaca, otro más gordo. Luego el papa se jubila, y luego otro lío más gordo, y otro... vivimos con un nivel de ruido insoportable, con un umbral de estimulación cada vez más alto que nos narcotiza ante los sucesos cotidianos, que van pasando desapercibidos frente al estruendo general de la escena. Estos días unas gentes intentan que España considere las corridas de toros bien de interés cultural, toros bic. Este sí es el sueño americano, todo es posible en España. No entiendo a los optimistas. No entiendo otro modo distinto al pesimismo. Transitamos la oscuridad tenebrosa. Un discurso ha sido muy celebrado en las últimas horas y no me resisto a colocarlo en esta caseta virtual. Se trata de las palabras de Toni Cantó, de UPyD. Lo he escuchado un par de veces, por si el fallo estaba en mi  conducto auditivo. Si algo de esta naturaleza puede ser escuchado en las cortes nacionales es que los pesimistas han acabado siendo muy optimistas en sus previsiones, no hay duda. Que viva España.



Ayer visitó la escuela y las clases de EF una gimnasta de nivel internacional. Pudimos admirar y alucinar con sus coreografías durante un par de horas. Es el momento memorable al que me refería. Para los niños, para los maestros también, fue un lujo gigante, un privilegio recibido justo al final de las unidades de expresión corporal (danza y gimnasia rítmica). Uno de esos dos o tres recuerdos espectaculares que conseguiremos reunir al acabar el curso y que guardaremos para estirar las ganas y la ilusión un poco más. Los niños fueron testigos de una manifestación espectacular de la motricidad humana, de la capacidad del movimiento para transmitir belleza y emocionar.

Por otra parte, recogiendo algunas impresiones de unos pocos niños (la mayoría quedaron impresionados), me pregunto si ciertamente, como se apunta con cada vez mayor frecuencia, su capacidad de asombro es constantemente menguante en este tiempo. Si dado el nivel enorme de estimulación (de un tipo concreto, claro) que reciben, considerando su vida llena de imágenes y escenas ficticias que siempre buscan el impacto intenso y rápido, los niños bien jóvenes están evidenciando también una menor sorpresa ante los milagros reales que la vida nos pone frente a los ojos de vez en cuando, incluso a diario. Es un asunto complicado, ya es muy tarde,  mañana todo debe volver a empezar. Para el próximo día. 

Que tengan buena semana.