martes, 27 de junio de 2006

No puedo ser ajeno a estos trances nacionales. Primero fue la faraona del cante, y ahora la selección. De nuevo un país en vilo; dicen que todo un país pendiente de un mismo sentimiento, en pleno éxtasis, supongo, como Santa Teresa de Jesús. Pues hombre, que unos tipos, por no excesivo sacrificio ni esfuerzo, ganen 100 millones de pesetas por barba, no acaba de parecerme del todo justo. Y ya puestos, tampoco entiendo la noticia de apertura de los informativos radiofónicos del mediodía: “el Presidente Zapatero ha llamado al seleccionador nacional para desearle suerte”. Olé. Pues lo mismo: si esto es lo que más nos preocupa, probablemente merecemos todo lo que nos ocurre.

Por otra parte, semejante acontecimiento me permite constatar, considerando que medio país estaba frente a la televisión, que por la tarde he sido uno de los tipos más afortunados del lugar. A modo de despedida he recorrido algunos de los impresionantes lugares que la naturaleza me ha ofrecido este año, y el sentimiento de felicidad, tranquilidad, armonía, ha sido indescriptible. Creo que todo el mundo debería tener la opción, una vez al menos, de estar en lugares parecidos y sentir cosas similares. Quizá la Educación Física tenga algo que ver con esto.

En la Escuela ya esta prácticamente todo recogido y ordenado, dispuesto a que, tras un respiro, de nuevo comience la historia y todos esos materiales sean un pretexto que dé pie a tantos descubrimientos, sentimientos, emociones.

Últimamente me llegaban voces que afirmaban no echar nada de menos a los niños, estar muy contentos porque, por fin, las clases estuvieran vacías. Hoy José Luis, un maestro con larga experiencia, me ha preguntado qué tal estaba. Le he dicho que un poco triste por el final de curso, y me ha respondido con un gesto y dos o tres palabras. Es bueno y reconfortante encontrar maestros que sienten parecido.