jueves, 22 de diciembre de 2005

El trimestre se acabó. Ya sólo quedan para mañana unas representaciones teatrales y la despedida. Sobre estas representaciones sigo pensando que no tienen demasiado sentido, puesto que lo que pueden aportar pesa bastante menos que los inconvenientes que generan, fundamentalmente representados por el quebranto del ritmo normal de la clase en estas últimas semanas para ensayos. Los contenidos relacionados con la expresión corporal ya encuentran en la Ed. Física su lugar correspondiente y suficiente. O deberían.
Ayer también tuvimos la comida de navidad. Siempre es bonito encontrar personas de las que conocer sus caminos ya recorridos en torno a la enseñanza, y personas que resultan agradables de escuchar. De estas hubo varias ayer.
Las notas. Ya dije que no encuentro sentido al papelito, más allá del burocrático, pero es que, además, cualquier afirmación, observación, puede ser malinterpretada por las familias (lamentablemente ya hablo con conocimiento de causa), por lo escueto del espacio, y provocar una situación innecesaria.
El balance del trimestre es bueno. Pero me quedó con la sensación de que en todas las áreas podía haber hecho cosas mucho más acertadas. Especialmente en Ed. Física. Creo que al ser mi área ha sido la descuidada en momentos donde debía centrarme en unas u otras para programar con más detalle y rigor. De todos modos, difícilmente podría estar más contento y feliz de estos ya cuatro meses vividos por aquí.
Hoy también ha habido una cosa bonita, y es que la última actividad del año ha consistido en propuestas de libros que los alumnos que han hecho para comprar estos días para la biblioteca de la clase. Desde Eragon y su segunda parte, Eldest, hasta Mafalda y el Diario de Ana Frank.
Para acabar, informo que estos últimos días la página ha recibido unas importantes visitas. Las visitas de algunas familias de niños del colegio, incluso de algunos alumnos la mar de majos. No tenía muy claro si me gustaba la idea de que leyeran estos pensamientos tan íntimos, pero ya no me queda más remedio que saludarles e invitarles a que sigan por aquí, e incluso que intervengan con algún comentario para hacer la página mucho más interesante. Bienvenidos.
Estos días Jaime visitará Ansó. Estoy seguro que volverá con mucha envidia (insana) a su colegio.

miércoles, 21 de diciembre de 2005

Hoy he evaluado.
En sí mismo creo que no servirá de mucho, pero a mi me ha hecho pensar bastante.
En primer lugar me ha ayudado a generar unos sentimientos muy majos hacia mis alumnos. Me refiero a que el hecho de tener que pensar en su trabajo en cada área me ha recordado los magníficos alumnos que tengo.
En segundo lugar me ha confirmado la tontería que supone, a mi juicio, reducir cada área a cinco o seis aspectos que se gradúan en "bien", "muy bien", "conseguido", "no conseguido". El día a día de este trimestre desborda completamente estos indicadores. En consecuencia, he comprendido la necesidad de hacer una reunión nada más volver de vacaciones y explicar a los padres qué entiendo por evaluar, y darles la auténtica información que yo he podido recoger este trimestre.
Dentro de las muchas asignaturas de jerséis (de momento sólo Jaime entiende esto, pero pronto explicaremos esta teoría) cursadas en magisterio y CCAFD, siempre hay algunas ideas sueltas que rescatas por que aparecen como especialmente prácticas. Una de ellas se refiere a la relación de la evaluación con la toma de decisiones. Es decir, que evalúo algo con vistas a aplicar después alguna medida ajustada a esa realidad que he conocido con la evaluación. Esto intentaré con esas reuniones de padres.
Además, confirma mi satisfacción de ser tutor y poder estar al corriente de casi todo el proceso educativo que sigue cada niño en la escuela. La visión panorámica que puedo captar es maravillosa, especialmente comparada con la perspectiva sesgada del maestro especialista.
Hoy ha habido votaciones a no sé qué cargo u órgano. La cuestión es que he acompañado a la maestra y madre responsables de la mesa electoral, y ha sido muy formativo poder charlar con cada padre que ha acudido a votar. En 2 horas hemos establecido más contacto con las familias y recibido más información y anécdotas que en los dos meses anteriores.
Lo mejor ha sido cuando dos padres, a los que les llegan los recuerdos de su infancia al ver su clase, su pizarra, etc., han recordado con tristeza, miedo, enfado, cómo la maestra que tuvieron allá por el 1978-1984 les pegaba unos palos que atemorizaba al más valiente. Recordaban como les daba un cuaderno para que trabajaran solos a sus 6 u 8 años mientras ella hacía ganchillo o escribía cartas a su marido, interrumpiendo estas arduas labores solamente para pegar una, supongo bendita y autoritaria por aquel entonces, bofetada que les hacía incluso rebotar contra la pizarra. Una vez incluso tuvo que intervenir el juez en este asunto del pegar.
También divertido ha resultado conocer las retahílas que debían soltar los niños cuando esta señora se cruzaba en sus juegos callejeros: ¿Ha comido Vd. con gusto?, Qué Vd. lo pase bien!, ¿Ha dormido Vd. bien?. En fin, esto me parece ciencia ficción.
Por último, una madre añoraba sus años escolares, y no acababa de entender el salto tan grande que se ha dado entre su generación y la de sus hijos, que han dejado costumbres y hábitos propios de muchas generaciones pasadas para entrar en una realidad donde todo ha cambiado completamente. Si se piensa un poco provoca vértigo.

martes, 20 de diciembre de 2005

Normalmente, tras las horas lectivas me voy a casa a cumplir con mi hora complementaria de trabajo. En realidad, la hora complementaria suele ser "horas complementarias", y en casa trabajo mejor y más tranquilo.

Hoy he comenzado algo que espero sea costumbre durante el resto del curso. He propuesto a mis alumnos que los lunes se queden en la clase después de las 17h haciendo sus deberes, haciendo sus trabajos de grupo, con el ordenador, con los libros, con una película, etc.

Con esta medida, si consigo implantarla, espero conseguir un recurso más para que los niños sigan entendiendo la escuela como un lugar agradable, un lugar en el que estar por voluntad propia, un espacio donde se hacen cosas ... "de las que gustan". Hoy se han quedado 5 niños. Confío en ver a todos en enero.

En mi prueba oral de la oposición defendí algunas ideas como esta, relacionadas con la utilización de los espacios escolares fuera del espacio lectivo, o con la participación de otros elementos normalmente ajenos a la escuela, como pueden ser los abuelos de los niños. Aunque creo que no calaron demasiado en el tribunal (especialmente en el señor de la derecha, el que estaba dormido).

Por otra parte, llevo ya más de dos meses intentando aplicar medidas para favorecer la integración de un alumno con una situación muy especial (no con demasiado éxito, y sé que debería haberme esforzado mucho más). Tras este esfuerzo hoy todo se ha convertido en inutil cuando hemos conocido que tan especial situación ha llevado a este alumno a otros parajes. Lo realmente malo es que han sido dos meses donde me han demostrado ilusión, interés, esfuerzo por encajar...; buena suerte.

Ayer a las 21h (domingo por la noche) miles de familias apuraban los últimos minutos de la semana en Grancasa, tras pasar casi todo el día en ese megacentro de ocio-consumo. Me preguntaba qué idea de fin de semana tienen estas familias para sus hijos.

La navidad no me gusta. Alimenta mis sospechas de que este mundo está a punto de estropearse para siempre.

Por cierto, me permito una licencia: propongo un nombre para la mascota de la Expo:
"Malditosímbolodelcaosdecementoruidotráficomillonesparaconstructor esenqueseconvertiráZaragoza". Quizá por su largura no tenga demasiado gancho, ahora que en el diseño y esas cosas se lleva lo minimalista.

jueves, 15 de diciembre de 2005

Con la llegada de la navidad, las prisas para poner las notas, de preparar el teatro, de preparar postales para otros municipios, de corregir controles, etc., voy retomando esas sensaciones del opositor de llegar a la noche con el pensamiento centrado en poder descansar.
Hoy, por fin, han llegado unos libros encargados para la biblioteca de la clase hace unas semanas. En una reunión del claustro, en Puente la Reina, acudió un representante de una editorial, con un montón de libros y de catálogos, y allí, cual mercadillo de domingo, fuimos mirando qué nos interesaba. A mí, novato en todas estas cosas, me pareció una sorprendente maravilla: te llevan los libros hasta allí para que los veas, te hacen un descuento considerable, y te los mandan al colegio. Así que estos días podremos leer 1000 Cuentos sobre Fantasmas, ogros, y otros bichos, comprender algunos dichos y refranes, o adentrarnos en la enigmática Isla del Tesoro.
Por cierto, leí anoche a Reverte evocando su infancia en el campo, entre juegos en la calle, lecturas fantástica sobre piratas, expediciones, ..., de cómo esto es difícil de observar en un niño playstation-ordenador-100extraescolares de hoy. Y no hizo nada más que recordarme algunas ideas que se comenzaron a formar hace ya un tiempo relacionadas con cosas como la Ciudad de los niños de F. Tonucci, medidas para recuperar las calles como espacio de juego para el niño, etc. En Ansó compruebo esto cada día, establezco comparaciones a menudo con las infancias tan distintas de los niños que observé el año pasado en la ciudad. En qué pocos años han cambiado tanto las infancias de los niños. ¿Qué cambios implicará esto en su edad adulta?.
Por cierto, esperamos ansiosos más opiniones, más sugerencias, más aportaciones. Como dice muchas veces la Bala del Ebro (personaje de la mitología aragonesa): "den, si pueden, señales de que hay alguien al otro lado".

martes, 13 de diciembre de 2005

Ya está en mis manos "Palabras de Caramelo", de Gonzalo Mouré. Un bonito relato sobre un niño saharaui y su camello. Espero poder leerlo pronto a mis alumnos.

Cuando llegué a este trabajo desconocía casi completamente qué recursos bibliográficos, audiovisuales, etc., podía utilizar con los alumnos, cuáles se adaptaban a sus edades. Por eso ayuda tanto poder recoger la experiencia de otros que ya iniciaron hace tiempo el camino. Por eso, por ejemplo, agradezco testimonios tan emocionados de una lectura como los que se suelen ver en la página de Mariano Coronas.

Después de estos años últimos de prisas, es un auténtico lujo poder visitar una librería (aquellas en las que los libreros conocen los libros que venden; los han leído), comprar unos cuantos, y disponer del tiempo y la calma suficiente cada tarde o cada noche como para leerlos. El único que sufre es el bolsillo.

Además del arriba citado, también compré para un hermano adolescente (...) la Tabla de Flandes, de A. Pérez Reverte, a quién me gusta mucho leer. También espero poder leer a Juan José Millás, que es alguien a quien siempre me ha gustado escuchar. Quedan pendientes dos recomendaciones de Víctor: Pirineo de Boj (Enrique Satue), y No se Fusila en Domingo (Pablo Uriel).

Por lo demás, ahora estamos preparando una obra de teatro para representar ante los padres antes de las vacaciones. Con el poco tiempo que llevo en esto y el odio que ya he acumulado hacia estas actividades. Creo que siempre se convierten en algo rutinario, puro espectáculo, un producto para que los padres graben con sus cámaras, y que aportan poco a los alumnos, además de fastidiar el ritmo de trabajo de la clase, que ya encuentra bastantes obstáculos en forma de fiestas y superpuentes.

También es momento de evaluaciones. Cada día entiendo esto menos. Ayer repasaba los informes de evaluación de los cursos pasados de los alumnos a quienes doy clase, para conocer lo mejor posible su trayectoria hasta este curso, y se me caía el alma al suelo al comprobar los indicadores que debo evaluar en Educación Física de forma "oficial". Son ridículos. Son indicadores que no abarcan la realidad a la que se refieren, y que, además, algunos de ellos, están completamente desfasados y abandonados en las corrientes educativas aceptadas actualmente. Y en dos o tres días... allí estaré, rellenando cosas que creo no existen.

En el resto de asignaturas aún no tengo el criterio necesario para hablar, pero creo que ese mismo afán de reducir la realidad de materias tan amplias y diversas a indicadores concretísimos y cerrados no es más que una artificialización con poco sentido.

lunes, 12 de diciembre de 2005


Ansó...
Enlazo hoy también con algo que ha comentado mi compañero en el artículo anterior:
Se refería a algunas carencias, algunas necesidades, de los maestros en cuestiones como inmigración, interculturalidad, etc. Desde que estudiaba magisterio siempre he pensado que me gustaría escribir en algún lugar sobre algunas cosas relativas a la formación inicial del profesorado. Muchas veces bromeábamos entre varios compañeros sobre la posibilidad de escribir un libro con algunas de las cosas que veíamos en las clases.
La cuestión es la siguiente: según distintos estudios estadísticos, magisterio es una de las opciones universitarias vistas como menos exigentes y poco "dignas" por los propios estudiantes. Del mismo modo, la asignatura de educación física (que me atañe directamente) es aún más desconsiderada y menospreciada (revelador a este respecto por ejemplo el libro sobre Educación física y salud de Sánchez Bañuelos).
A lo que voy: durante mis estudios he visto profesores que no han dado ni una sola clase durante el trimestre (a veces ni se acercaban a la clase), profesores que han impartido asignaturas que desconocían completamente, profesores que trataban contenidos alejados totalmente de cualquier aplicación escolar (ahora me doy cuenta), ... y así hasta mil ejemplos.
A ello le sumaremos que muchos estudiantes comienzan la carrera, la continúan, y la acaban, motivados exclusivamente por ese carácter poco exigente de las asignaturas, lo que hace que el ritmo en las clases, el ambiente de trabajo, de aprendizaje, diste mucho del ideal.
No dejo de recordar también muchos alumnos muy trabajadores e implicados y algunos profesores que ojalá hubieran impartido siete u ocho asignaturas en vez de una.
Desde que tomé la decisión de qué estudiar he tenido multitud de discusiones con amigos y conocidos tratando de justificar tal decisión, tratando de convencerles, y, a veces, de autoconvencerme yo mismo, de que aunque la exigencia en las clases no tuviera nada que ver con algunos de sus nobles estudios, un alumno de magisterio tenía la opción de aprender y estudiar tanto o más que cualquier otro alumno del campus (ahí estaban los estantes de la biblioteca para dar la oportunidad de demostrarlo). Creo que no he llegado a convencer completamente a ninguno de estos compañeros.
En definitiva, ya hemos hablado otras veces de algunos problemas de consideración social negativa de la escuela, de problemas con padres, de inmigración, etc., pero yo sigo pensando que poco se puede exigir a estos elementos externos cuando nuestra propia formación inicial es tan pobrecica y admite tantas situaciones injustificables, y, amparados en lo complejo de los trámites administrativo-universitarios, en la libertad de cátedra, en San Pepe, en las fiestas de los jueves, en..., unos y otros aceptamos que todo siga como sigue.
Evidentemente, hablo con la mayor humildad posible, y con el único ánimo de expresar, ni siquiera denunciar, un hecho que me hace pensar y enfadar desde hace ya varios años.

martes, 6 de diciembre de 2005

Estoy pensando en el blog. Como veo que llevamos unos días de pocas visitas estoy dándome cuenta que los fines de semana, fiestas, etc., hacen que bajen mucho las visitas. Porque los visitantes hacen otras cosas mejores y porque nosotros no actualizamos como debiéramos la página.
Y al hilo de lo anterior también pienso y me doy cuenta de la cantidad de fiestas que tenemos. Llevo unos cuantos años con un ritmo frenético (eso creo) de trabajo y de estudio, diciendo que sí a todas cuantas oportunidades de avanzar, aprender, progresar, se presentaban, no teniendo 5' de descanso físico o mental, porque sabía que debía aprovecharlos en algo productivo, en estudiar.
Y ahora, de repente, tanta libertad de horarios, ausencia de exigencias ajenas a las personales, fiestas, hacen que me cueste mucho trabajar como se debe. Quiero pensar que es una consecuencia lógica de lo pasado y que poco a poco iré recobrando el ritmo normal en el trabajo y en mi cabeza.
Hace poco Jaime me dijo que en una charla impartida por un alto cargo de la administración educativa catalana, en un curso para los nuevos maestros, éste comentó la necesidad de un sistema de control y evaluación del profesorado a lo largo de su vida laboral. Lo señaló como algo ya muy presente en otros países europeos, que entendían como increíble una situación como la española donde uno aprueba su oposición y ya apenas tiene que rendir cuentas a nadie de lo que hace en su trabajo a lo largo de su vida.
En relación a estos sistemas de control y evaluación, algo el año pasado, en mi primer año como maestro me llamó varias veces la atención: cuando venía la inspección educativa, el equipo directivo se ponía bastante nervioso por todos los papeles, exigencias, etc., pero todo estaba muy apartado de lo estrictamente curricular, y creo adivinar que la inspección se ceñía a asuntos formales y económicos, que tendrán su gran importancia pero...
Por otro lado, el asunto de las fiestas, evidentemente también repercute en el alumnado. No hace falta pensar mucho para entender que el ritmo de aprendizaje, los hábitos de atención, orden, disciplina, trabajo, etc., quedan muy maltrechos tras un mes como el de diciembre donde vamos a tener escasos 10 días de clase.
Hoy he vuelto a escuchar cosas de Federico. Menos mal que la radio puede apagarse.

viernes, 2 de diciembre de 2005

Hoy he hablado con una persona muy cercana que trabaja en la docencia en secundaria en un colegio concertado en Zaragoza. Hay cosas que son como son y es que no pueden ser de otra manera. Me contaba sus problemas, grandes problemas, a la hora de cumplir con las programaciones, de controlar la (in)disciplina, de exigir que no puede llegar a las 8 a.m. y descubrir que el grupo no está porque se han ido de excursión y nadie le ha avisado. Una agradable sensación me ha recorrido el cuerpo al sentirme tan contento y feliz en mi colegio, tan alejado de todos esos problemas de la ciudad y de secundaria. Algún día contaré como un pobre muchacho como yo, de los que enseñan "volteretas" (Federico Jiménez Losantos dixit), acabó "enseñando" lengua a unos muchachos fieros, con barba y hormonas de 3º de ESO. (Dios mío).

Los problemas de esta persona son los problemas de mucha gente que trabaja en este contexto. Cada persona da sus explicaciones. Hace poco murió mi profesor de Física, Javier Faci (para mí es ese profesor que cada uno recuerda de un modo especial; maldita enfermedad), y él decía que cada generación de alumnos que le llegaban eran peores, y que no se refería a nada que tuviera que ver con distintas formas de ver la vida, de distintos intereses, etc; decía que sencillamente eran más vagos e indisciplinados. Lo que yo tengo claro es que cada miércoles del curso pasado me iba a casa a las 14h con sensación de enfado, tristeza, impotencia y resignación.

Estos días estoy descubriendo nuevos elementos de la red, del entramado educativo: son los consejos escolares, la intervención de los padres, las tensiones de éstos con el equipo directivo. No tengo aún clara mi opinión sobre el papel que deberían cumplir los padres en la escuela. Desde luego, estoy descubriendo algunos conflictos donde considero que el papel asignado a los mismos, su capacidad de intervención (de entorpecimiento, algunas veces) es excesivo.

En todo caso, el trato con éstos, dada su heterogeneidad de formación, de intereses, perspectivas, etc., me sigue pareciendo una de las cuestiones más difíciles de mi trabajo.

Guardo un recorte de periódico de un psicólogo italiano, Andrea Fiorenza, al hilo de la indisciplina del alumnado y del papel de los padres en la escuela, en la que afirma que "actualmente los roles de los padres y de los profesores están cambiados".

Me confirman que mis alumnos del CRIET han pasado una buena semana, y que mañana llegarán con mucho que contar. Parecerá una tontería, pero ya les echo de menos. Y, si el fin de semana me voy del pueblo, pronto tengo ganas de volver a la escuela el lunes. Supongo que esto explica fielmente el tipo de trabajo que tengo.

martes, 29 de noviembre de 2005

De nuevo muchos asuntos en movimiento. Esto me gusta.

Hoy los niños de Ansó, incluso los de 25 años (aunque éstos apenas podían hoy caminar) han jugado en el recreo con la nieve (el pueblo está precioso). Antes de llegar la hora recordaba cuando en mi trabajo del año pasado en Zaragoza, en los días de la nevada, no dejamos bajar a los niños al patio para que no se mojaran. Hoy se han mojado, manchado (en el campo de juego recientemente ha permanecido durante 2 semanas un rebaño de ovejas...), y han disfrutado muchísimo.

Hoy también he comenzado unidades didácticas sobre expresión corporal en la clase de secundaria y en la de 3º, 4º, y 5º de primaria. Cuando estudiaba magisterio, y hasta hoy, siempre he sido muy escéptico con estos contenidos. No les veía excesivo sentido más allá del de hacerme pasar un mal rato. Al contrario, en cada intento de aplicación, aunque me exige un gran trabajo de elaboración, encuentro más valor y necesidad. Mientras les intentaba justificar el porqué de la unidad didáctica a los alumnos de secundaria yo mismo me quedaba sorprendido por la variedad y el peso de los argumentos expuestos. Creo que uno de los puntos más representativos de su valor puede referirse a su potencial para desarrollar aspectos de la comunicación: conocimiento personal, control de las emociones y la ansiedad, dominio del lenguaje no verbal, etc. Creo también que en la comunicación, en la incomunicación mejor dicho, radican algunos problemas sociales importantes.

Por otra parte, otro lujo: hoy he podido viajar a un pueblecito del C.R.A. como es Santa Engracia. Allí, Fernando Maestro, el director del Museo de Juegos Tradicionales de Campo (Huesca) ha dado una charla para la gente del pueblo, y allí ha tenido atentos más de dos horas a niños y ancianos. Envidio a personas como Fernando Maestro, a las que escuchar es un auténtico placer, por lo que cuentan y por cómo lo cuentan. Allí nos hemos conocido y hemos quedado en seguir en contacto para intentar hacer algunas actividades en torno al juego tradicional en Ansó.

Me cansa que cada noche en que me siento a escribir o preparar alguna cosa, si la televisión suena de fondo, se oiga un murmullo de tertulianos sesudos hablando de la educación, de LOES, LOCES, libertades, religiones, curas, Pesoes, Pepés, multirracial, inmigrantes, escolares, fracasos. No sé si debería despertar mi interés como profesional del asunto, pero la verdad es que me cansa y me aburre, cada día más, porque encuentro todos estos debates totalmente estériles, y me parece, de momento, que la educación depende más bien de asuntos bastante alejanos de los que ellos discuten. Esto perfectamente puede ser una visión muy superficial por mi parte.

Los niños de 5º y 6º por fin han emprendido su esperado viaje al C.R.I.E.T. de Calamocha. Veremos que cuentan a su vuelta.

jueves, 24 de noviembre de 2005

En nuestra escuela de Ansó formamos parte del proyecto de los tablets PC.

Tras el periodo de pruebas y ensayos de cursos, o curso, anteriores, donde la escuela de Ariño fue el principal exponente, este año el programa se extiende a centros que cumplen una serie de requisitos. En resumen, no centros que tengan completos todos los niveles pero tampoco centros excesivamente pequeños. Por ejemplo, en este CRA, de las nueve escuelas, hay 4 que no tienen tablets PC.

El número de tablets asignadas se corresponde con el número de alumnos de tercer ciclo, aunque luego todo debe flexibilizarse (qué alumnos las usan, en qué clases, para qué, etc.) porque, por ejemplo, las agrupaciones en Ansó hacen que los alumnos de 5º estén con 3º y 4º, y los de 6º con los de 1º y 2º de secundaria

En principio, tras lo visto en las reuniones de formación a las que acudimos periódicamente, el programa plantea la posibilidad de trabajar de forma prácticamente exclusiva con el tablet. Los alumnos tienen allí toda la información de las áreas, tienen conexión a internet, etc. De hecho, en Ariño, ya no utilizaban ni cuadernos ni libros. Cada niño marchaba a casa cada día con su tablet y lo utilizaba para todas las tareas de su jornada escolar.

Pero, como ya he apuntado, hay muchas circunstancias que obligan a avanzar poco a poco: la conexión falla de vez en cuando, el agrupamiento de mi clase da lugar a disponer de 5 tablet y 11 alumnos (o 3 tablets y 6 alumnos en la otra aula de 6º, 1º y 2º de ESO), es complicado controlar el proceso de aprendizaje digital de niños tan jóvenes (contenido web violento, fraudulento, o pornográfico), etc.

En definitiva, dado que cuento con total libertad, el trabajo de este trimestre está consistiendo en dar un gran uso al cañón proyector (vídeos, presentaciones, etc.) y con los tablets están aprendiendo algunas cuestiones básicas informáticas (editor de texto, internet, correo electrónico, etc.), integrando ese trabajo en la elaboración de una especie de periódico escolar (y de algún otro trabajo voluntario), de forma que en el próximo trimestre estemos en disposición de usar tal recurso como medio fundamental en algunas áreas (con la idea también de plantear "proyectos" interdisciplinares).

En estos momentos también están a punto de materializarse unas reuniones con los padres para explicarles qué hacen sus hijos con estas herramientas, de forma que puedan supervisarlo y controlarlo mínimamente. Me parece ésta una cuestión primordial.

Respecto al sentido: en primer lugar se plantea como un acercamiento a algo que será cotidiano en el futuro inmediato. Por eso, estos alumnos podrán estar en una situación adecuada, al menos no desventajosa en ese fututo, familiarizados con una tecnología que será fundamental (ya lo es) en la vida diaria, en el trabajo, en el ocio, etc.
Por otra parte, elementos como las posibilidades de acceso a todo tipo de contenidos, el aumento de la motivación de los alumnos, etc., y, en definitiva, el cambio en la metodología, hacen que el día a día, la preparación de las clases, los fines educativos, sufran un manifiesto cambio.

Hay gente que se sorprende bastante del gasto y riesgo económico de la inversión. Yo creo que estos gastos en departamentos o ministerios como éste son maravillosos (ojalá estuviera el despilfarro a la altura de otros departamentos administrativos).

Esto es, a grandes rasgos y de manera un poco desordenada, lo que está suponiendo la implantación de este proyecto educativo. Si alguien tiene interés en algún tipo de especificación no dude en hacer llegar la consulta.

martes, 22 de noviembre de 2005

Ya todos los niños de clase tienen su dirección de correo electrónico, saben navegar con cierta soltura, y utilizan algunos de los conocidos programas de comunicación instantánea.
La implantación en las clases, a través del programa de nuevas tecnologías "Ramón y Cajal", de recursos como ordenadores portátiles para los alumnos de tercer ciclo, un cañón proyector, e impresoras, hace que tengamos la obligación de sentirnos privilegiados. Las posibilidades para el profesor y los alumnos son infinitas.
Hoy, como es norma semanal, nos ha visitado el asesor informático del CPR. Además, le ha acompañado José Antonio, el maestro de Ariño que comenzó a implantar el proyecto de las tablet PC (ordenadores portátiles) en las aulas escolares.
Hemos aprovechado para dar forma al periódico escolar que tenemos entre manos. Los alumnos ya tienen preparadas gran parte de sus secciones y hoy hemos comenzado a subirlas a la web. En cuanto cerremos unos flecos espero poder presentarla para que se pueda visitar. También espero poder hablar sobre unas interesantísimas páginas desarrolladas por el departamento de educación sobre recursos educativos en internet.
Con estos programas de nuevas tecnologías Aragón es ahora mismo pionera en España, e incluso recibe peticiones de asesoramiento de algunos países europeos. Por ejemplo, un grupo de trabajo aragonés ha recibido en la reciente feria de tecnología SIMO algunas distinciones por los trabajos desarrollados presentados, materializadas en premios como una pizarra digital.
Por lo demás, mis alumnos de 3º y 4º andan por Canfranc hasta mañana, realizando unas jornadas de interpretación de la naturaleza (lástima no poder estar con ellos). Lo positivo es que estoy en clase con 5 niños del mismo curso (5º) y podemos tratar contenidos con gran detenimiento. Éstos acudirán toda la semana próxima al CRIET de Calamocha, lo que están esperando con gran ilusión.
Hoy en Israel, grupos de niños acaban a palos con el ejército (el ejército con ellos, mejor dicho) mientras se dirigían con sus mochilas al colegio. Aún hay quien cree en esa historia de que el hombre es el único ser racional.

lunes, 21 de noviembre de 2005

Los asuntos tratados en los artículos anteriores me hacen recordar, más todavía, una especie de dilema, que no es tal, iniciado hace tres años durante una campaña de Semana Blanca en Villanúa.

Allí acudí como acompañante de los niños del Doctor Azúa de Zaragoza (por aquel entonces era monitor de comedor; una suerte de trabajo, lo aseguro). Esa semana coincidimos con muchos otros colegios y centros de secundaria, y compartíamos albergue con muchos de ellos. Por eso, conocí a muchos maestros y profesores de otros centros.

Ascensión era una señora que daba Educación Física en un instituto de Zaragoza. Una de las ideas que defendía se refería a que trataba de delimitar con rectitud la diferencia entre ser profesora y ser amiga. Ella era profesora y no amiga de los alumnos. Es decir, en resumen, su comportamiento en las clases era consecuencia única del lazo profesional que se establece con los alumnos por ser elementos necesarios del proceso, del trabajo, totalmente alejado de cuestiones sentimentales, amistosas, etc.

Por otra parte, mi trabajo con niños hasta ahora está siendo todo lo contrario. Desde la época como monitor de comedor, hasta ahora como maestro, pasando por cualquiera de los 32 trabajos anteriores, mi relación con los comensales, alumnos, deportistas, ..., siempre ha sido satisfactoria mucho más allá de lo puramente profesional: me han contado problemas personales, ilusiones, alegrías, enfados, anécdotas, y yo también les he contado a ellos. De hecho, aún intercambio correos con algunos de ellos (niños de 11 años, que me envían acertijos, y otros que rondan los 70), y creo que en cosas como ésta, o como las (tan bonitas) que cuenta Mariano Coronas, se encuentra aquello que puede hacer tan especial el oficio de maestro. Eso pienso de momento.

Una idea similar intenté defender en la última prueba de las oposiciones. Ahora comprendo que en ese momento es muy importante (quizá lo único importante) explicar bien qué entiendes por Escuela y Educación. En su momento, puesto que yo aún no lo veía, un benefactor lo vio por mí y me ayudó para que pudiera expresarlo.

De todos modos, no dejó de considerar que las escuelas son muy distintas entre sí, muy distintas de los institutos, muy distintos los alumnos, …, y gran parte de la relación que se establece con los alumnos viene determinada por algunas de estas cuestiones (quizá Ascensión no tuviera otras opciones). Creo que ahora mismo mis condiciones son idílicas (zona rural, tutor, problemas inexistentes en el alumnado, …) para aspirar a tener una gran relación con mis alumnos. Y en ello estoy.

martes, 15 de noviembre de 2005

Las aguas van retornando a su cauce tras la tormenta vivida en forma de concurso de traslados. (Para los que tengan interés y no lo conozcan: una vez aprobada la oposición, en Aragón te envían el primer año a tu destino provisional de prácticas, que suele ser un destino bastante acorde con tus intereses. Durante el comienzo de curso de ese primer año, debes ordenar un listado infinito de centros, y según las vacantes dejadas por maestros más antiguos y con más puntos, te asignan tu destino definitivo, donde podrías, si quisieras, permanecer toda tu vida laboral). Uno no se da cuenta de lo grande que es Aragón, y de la cantidad de pueblos conocidos y desconocidos que incluye hasta que no hace un concurso de este tipo.
El domingo me sentí auténticamente mareado de pensar las vidas tan distintas que me podrían deparar cada uno de los posibles destinos: niños, entorno, padres, distancias, felicidad...
Por otra parte hoy he tenido la primera reunión del curso con una madre de unos alumnos. La señora es una persona muy educada y amable, pero sigo sintiendo gran incertidumbre en situaciones de este tipo. Se puede decir que no me gustan nada. Ya he vivido algunas situaciones difíciles de manejar donde algunos padres pierden el control y la educación, y realmente es algo muy desagradable. Muchas de estas veces creo que un problema es que padres y profesores hablan de una realidad que perciben de un modo totalmente diferente.
Otras veces, conocer cierta preocupación y algunas dudas de las familias ayuda a espabilar y darte cuenta que la profesionalidad debe ser máxima porque lo que estás haciendo es muy importante.
Por último, algunos ya lo saben: hace poco tuve la ocasión de escuchar a mi abuelo contar algunas cosas sobre su infancia. Puedo resumirlo en que con 9 años tuvo que salir pitando de su casa, Villarroya de los Pinares (Teruel), con su familia y con lo puesto mientras caían balas a escasos metros. Unos cuantos años de estar medio escondido, otros cuantos años de volver y seguir medio escondido, un padre en la cárcel, una madre marcada y objeto de burla, un poco de hambre. Y la escuela: contaba aún con resignación cómo en los años de la posguerra, el poco tiempo que tuvo para ir al colegio podía permanecer horas en la clase sin que la maestra se dirigiese a él para nada, ni corregir, ni ayudar, nada. Es decir, entrar, sentarse, esperar, levantarse, salir.
Siento vértigo al pensar en la cercanía de estos relatos. Siento gran tristeza al darme cuenta que estas historias se van perdiendo poco a poco, con la repetida sensación de que no hacemos todo lo que podemos por escucharlas y aprender de ellas, honrando así, al menos, la memoria del que las cuenta.

jueves, 10 de noviembre de 2005

Ya llegan los problemas.
Han estado agazapados, esperando hasta ser suficientemente grandes como para asaltarme y hacerme temblar de miedo, y de dudas...
El problema se llama concurso de traslados. Siempre he pensado que una vez que apruebas deberías pasar una segunda oposición que confirmase tus dotes para rellenar papeles de este tipo. Siempre intento dejarlo para última hora, con el ánimo irracional de que el tiempo hará que, por alguna extraña razón, no deba rellenarlos. De hecho, estoy escribiendo ahora, antes de mi hora habitual, en ese intento de posponer el solemne acto.
Pero el problema auténtico se encuentra en que tengo, por una parte, una maravillosa novia terriblemente arraigada en la maldita Zaragoza y, por otra parte, una gran ilusión en poder seguir, y acabar, mis días en un lugar como el que me encuentro: Ansó, donde tengo casi todo lo que necesito para ser feliz.
En lo referente al trabajo, que es lo propio del blog, y aunque tengo corta experiencia, creo que tiene poco que ver con el de la ciudad. Aquí los niños son 30 ó 500 veces más felices que los de la ciudad, más sanos, más alegres. El trato con ellos es de momento magnífico, familiar. Los compañeros de trabajo, en muchos casos, comparten ilusiones, inquietudes.
El año pasado me cansé de ver niños y adolescentes que caminaban (es un decir, porque iban siempre en autobús, o coche) tristes a la escuela, entre ruidos, tráfico, y que, al acabar, se dirigían a sus casas de igual modo, sin relación con los compañeros, sin posibilidad del juego propio de su edad. Aquí casi todo es diferente.
Cuando vuelvan a leer esto, a saber dónde estará mi futuro. Y mi felicidad...

lunes, 7 de noviembre de 2005

"Manda mucha tarea, es el profesor, nos repite todo 200 veces, si hacemos algo tarde nos castiga, todo lo pone en la pizarra, está enamorado de un perro que se llama Tina, siempre tiene que estar todo en silencio, es muy chistoso, con todas sus quejas se podría escribir un diccionario y no nos cuenta nada de su vida privada".
No es Shrek el Ogro, es la descripción del maestro que esto escribe realizada por uno de sus brillantes alumnos, con el enigmático pseudónimo D.I.S. Qué majo es Diego.
Todo sigue discurriendo apaciblemente. Sigo pensando que me va a faltar tiempo para hacer todas las cosas que este trabajo y este pueblo me ofrecen (los que me visitan saben de lo que hablo).
Entre los problemas: en la oposición, y en estos últimos años, una de las cosas más oídas y defendidas se refiere al establecimiento y consolidación de hábitos (de trabajo, esfuerzo, higiene, etc.) por parte de los alumnos. Siempre he estado de acuerdo con ello. Lo que está ocurriendo es que al que está resultando difícil establecer sus propios hábitos en las clases es a mí.
O es la falta de experiencia o es que soy un profesor caótico, pero me doy cuenta que hay muchas ocasiones en que mi propio comportamiento es el que despista, o altera el buen funcionamiento del grupo. Creo que debo esforzarme en respetar más algunas pautas del horario, orden de asignaturas, etc. Pienso que a veces simplemente ocurre que tengo ganas de hacer tantas cosas que no respeto el ritmo natural de los niños.
Vuelvo a acabar con agradecimientos: desde el principio del blog hablo de lo afortunado que me siento. En cuanto a las ayudas recibidas en los últimos meses no lo soy menos. Hay ocasiones en los que ciertas ayudas desinteresadas tienen un precio incalculable, y siempre estaremos en deuda con ellos: José Antonio Ferrando, Julio Latorre, Charo Romero, José Luis Bernal, Víctor Juan.

jueves, 3 de noviembre de 2005

Hoy el cansancio es muy grande, lo que suele equivaler en mi caso a ideas poco lúcidas.
Esta tarde he experimentado una extraña sensación de no saber si actuaba bien o no. En una reunión del claustro ha surgido una fuerte polémica sobre la religión y su alternativa. En concreto la discusión giraba en torno al agravio comparativo entre los niños que estudiaban religión y los que estudiaban la alternativa a la religión, dado que estos últimos utilizaban cosas tan diabólicas y malignas como ordenadores, que los niños de religión no utilizaban. Yo creo que el problema queda zanjado desde el momento que los niños en religión pueden usar tantos recursos, o más, y tan motivantes, o más, como en cualquier otra asignatura, y en esa línea me he manifestado con quizá excesiva claridad. Sólo es cuestión de que el profesor lo estime oportuno.
Pero, aparte de lo anterior, la discusión ha dejado entrever muchas ideas implícitas que los profesores iban aportando sobre el asunto religioso: los que creen en ello y están a favor de su inclusión curricular, los que creen pero no piden su inclusión, los que ni creen ni quieren. Y más aún: la asignatura alternativa: los que creen que no tiene sentido tal cual está, los que opinan que el currículo la delimita con extrema ambigüedad, los que la contemplan como una desventaja para los que estudian religión, los que la creen como un momento para el trabajo exclusivo de educación en valores, etc.
En toda está polémica evidentemente se postulan profesores, se mezclan padres, aparecen niños.
Yo tengo muy claras mis ideas sobre esto, pero en todo caso me crea dudas que haya un claustro con unas opiniones tan variopintas. Hace tiempo que los grupos me dan miedo como instrumento de trabajo (porque hubo un tiempo donde trabajar en grupo fue sinónimo de perder muchísimo tiempo) y hoy he acabado con la sensación de que algunos problemas de la escuela no tienen fácil solución porque tienen que ver con la ideología personal de cada uno.
Esto acaba de recordarme una de esas extrañas ideas de las, a veces, hablaba con mi hermano catalán, en ese intento frecuente de resolver los problemas de la enseñanza en 5', desde la ignorancia y la ilusión: pensábamos que para ser maestro se debería hacer un examen con el que comprobar la buena voluntad, los buenos sentimientos, del aspirante.

miércoles, 26 de octubre de 2005

Sigo siendo un privilegiado. Cada vez más.
Hoy han venido a la escuela Andrés y su hermana, es decir, los gestores del Centro de Interpretación de la Prehistoria de Hecho. Han explicado a los alumnos algunas cosas sobre las distintas etapas prehistóricas y la evolución del hombre. Después los más pequeños han hecho unas bonitas pinturas prehistóricas y los medianos y mayores hemos intentado cazar un ciervo de papel con "azagaya y propulsor" (pueden pasar un buen día con alguna de las actividades culturales que se ofrecen en este centro).
De nuevo ha surgido la problemática de la creación de un parque natural en este valle, del rechazo de sus habitantes. De nuevo surge ese sentimiento de desamparo de las gentes de estas tierras ante la voluntad de la capital del reino: Zaragoza. Tanto cuando no se acuerdan de ellos (casi siempre), como cuando se acuerdan y actúan con total desconsideración (al menos, así lo sienten) hacia los mismos.
Cada momento me siento más ensimismado de comprobar como participan los alumnos en aquellas actividades que consiguen "engancharles", y día a día disfruto más con la tutoría. La relación establecida con los alumnos, situaciones, anécdotas, la posibilidad de ayudarles en tantos ámbitos, ..., hacen de ella algo que no podría conseguir desde únicamente mi parcela de Educación Física.
Además, también he vuelto a confirmar mi pasión frustrada por la biología. Estaría días enteros escuchando a las personas que conocen la naturaleza y son capaces de interpretar todos sus gestos, sus detalles. Por cierto, me he propuesto realizar un modesto herbario en el que trataré de involucrar a los alumnos.
Hoy para acabar, un agradecimiento: cuando uno está empezando una trayectoria, tiene dudas, ilusiones, proyectos, ..., no se puede agradecer suficientemente que un maestro consolidado, con mucho trabajo, y que no me conoce de nada, tras abordarle digitalmente sin mucho que ofrecerle, me brinde su teléfono, su experiencia, y algunas cosas más de las que hablaremos otro día. Espero poder aprender mucho de personas como él. Gracias Mariano.
Mañana creo que contaremos con el bautizo digital de Jaime, nuestro hermano en el exilio.

lunes, 24 de octubre de 2005

Aunque tengo serias dudas de si merece la pena viajar dos horas para mantener una reunión de poco más de una hora, estoy contento porque al fin he conocido a Alfredo Larraz, una persona de referencia para los que estamos intentando comprender el qué y el por qué de la Educación Física. Casi todas las personas que me han aconsejado me han repetido alguna vez que hay que hacer esfuerzos por escuchar, ayudar, estar cerca, ..., de las personas de las que se puede aprender.
La semana pasada comenté a un compañero que me encuentro un poco desbordado por tantas cosas nuevas que me he encontrado al comenzar el curso: trabajo, alumnos, padres, reuniones, compañeros, pueblo, etc. Además, hay una cosa que no sé con demasiada certeza si debo pensarla o no, y es que me parece que sería un poco más rentable desde el punto de vista educativo que sustituyeran algunas reuniones, jornadas de formación, cursos, etc., por un algo de tiempo personal para preparar mis clases y organizar mi trabajo. Entiéndase esto con cuidado, porque supongo que todo tiene su sentido y su momento, pero en mi situación de recién llegado tengo tantos cabos por atar que agradecería poder centrarme más tiempo en las cosas más importantes: las clases.
Y, por otra parte, llevo varios días (sí, realmente años, pero en los últimos días más aún) pensando en el sentido de la Educación Física. Veo a los alumnos en clase y me planteo qué es lo realmente importante para ellos, para su formación. Pienso en el nuevo currículo, que no acabo de encajar en todo este tinglado, en el antiguo currículo, que tampoco conseguí identificar como totalmente coherente. No comprendo aún cuál es la auténtica dimensión de la asignatura, y esto me parece muy preocupante siendo que soy, en mi centro, el principal encargado de defenderla y transmitirla. Espero que el curso me sirva para solucionar este asunto.
Las clases hoy han discurrido no muy bien. También ando en ese punto de dudas en el que no conozco con claridad hasta donde se les puede exigir responsabilidad a estos mozos y hasta donde debo transigir. O hasta donde dar confianza y después tener la autoridad suficiente como para transmitir algunas cosas.
Una confesión para acabar: me cuentan y aseguran que suelo ser demasiado crítico y negativo, aunque no acabo de estar de acuerdo. Trataré de que el martes sea un gran día.

jueves, 20 de octubre de 2005

Quizá este blog no sirva como una referencia muy clara para futuros maestros porque todo el camino andado hasta aquí ha resultado ser casi como la mejor de las previsiones, y supongo que esto no siempre será así.
Tras acabar magisterio, aún sin mucha capacidad de entendimiento y comprensión de la vida, decidí matricularme en la Licenciatura de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Al acabarla sí que tenía claro que quería ser maestro, y por tanto las oposiciones eran el camino a seguir.
A partir de este momento, tras buscar varios trabajos con los que subsistir, decidimos formar un grupo de trabajo para comenzar a elaborar el temario y preparar las pruebas. Esta fase se resume en dos años de mucho sacrificio y de momentos muy importantes de convivencia que creo han forjado una fuerte amistad. Tengo ahora en la cabeza imágenes como las de dos personas estudiando en el mes de junio, sin ganas ni de mirarse a la cara, con 33º en el cuarto, y aguantando un poco más el estudio para ver si era el otro el que dejaba los apuntes, demostrando así cierta debilidad en su fuerza de voluntad, además de tener que ir a hacer la cena. Y tantas otras... (el torero, el día que Jaime preparó el hatillo para irse de casa, Policarpo, el día que aprendí a jugar al siete y medio y gané una cena aún no cobrada, las dos tabletas de chocolate de las que nunca más se supo, ...).
El primer año nos presentamos a las oposiciones de secundaria y del golpe sufrido aún estoy dando vueltas. Creo que fueron las oposiciones en su pura esencia: año de estudio, suerte en el sorteo, dos temas que yo había preparado, redacción y lectura buena: No Apto, No Explicación.
Segundo año, oposiciones de primaria, trabajo en un colegio concertado (La Anunciata de Zaragoza, en el que tantas cosas aprendí, y a cuyos profesores y alumnos tantos agradecimientos debo), más ansiedad pero mayores dosis de escepticismo, mejor preparación: Aprobado.
La experiencia de la oposición es algo curiosísimo. Yo lo recuerdo como esos momentos especiales de los que guardas en la memoria gran cantidad de detalles: gestos, situaciones, sensaciones, y en el que hay tal cantidad de personas, procedimientos, cosas en juego, reglas de juego, consecuencias, ..., que no acabas de entender muy bien nada de lo que está pasando realmente. Este tema merecerá un artículo específico...
Y todo lo anterior para finalmente poder estar escribiendo estas líneas desde Ansó, pensando a la vez qué voy a hacer mañana en clase, donde volveré a encontrarme con Diego, Guillermo, Andrea, Sergio, ...

miércoles, 19 de octubre de 2005

"Para los que emplean palabras simples, para los que no se doblan ante el que manda, para los hombres y las mujeres de las sierras ásperas de España, que han vivido siempre sin reclamar nada, para quienes no piden nada y sólo solicitan un poco más si hablan de amor, para los que ignoran al estado y temen los inviernos largos, para los que , como Sísifo en su condena, han pasado la vida moviendo las piedras en las montañas, ...". Así comienza el libro "José, un Hombre de los Pirineos" de Severino Pallaruelo, donde creo haber aprendido mucho sobre la vida, sobre lo importante, sobre la sencillez, y que da pie al título, y al sentido, de este diario.

Con estas palabras comienza el camino de lo que espero sea un lugar donde reflexionar y poder explicar a quien interese algunas de las circunstancias más especiales de mi recién comenzada vida como maestro.

Si todo va bien, también espero que la amistad que inicié hace ya 7 años (!!!) con Jaime tenga un nuevo punto de encuentro en este espacio. El tandem que hemos formado en los dos últimos años de estudio y convivencia se cerró este año al ser destinado él a Cataluña y yo al Pirineo Aragonés. El escribir los dos puede suponer un contrapunto interesante entre dos entornos educativos tan distintos como el de un pueblo industrial catalán y un colegio de un CRA en un pueblecito aragonés, además de ayudarnos a mantener nuestra comunicación en la distancia.

Si finalmente hay algún estudiante al otro lado, esperamos que podamos serles de la mayor utilidad posible, acercándoles la realidad educativa hasta sus clases de la universidad, donde a muchos nos gustaría poder volver ahora para sacar mayor provecho a esas asignaturas, momentos, profesores, ..., cuyo sentido no comprendimos bien en su día.