lunes, 22 de enero de 2007

TORRE DE ARCAS.

Hoy tengo muy fácil el escrito. Sólo he de contar una cosa muy bonita.

Torre de Arcas es un pueblecito cercano a Peñarroya de Tastavins, cuya escuela perteneció a nuestro CRA durante un año, y posteriormente se cerró por falta de niños.

Hace unas semanas que busco información sobre esta escuela, por lo que he podido revisar algunos documentos, consultar maestros, o personas del pueblo que pasaron por sus aulas. En concreto, ayer, acudí al pueblo para echar un último vistazo a algunos papeles y hablar con dos personas con las que el alcalde me concertó un encuentro.

Tras revisar esos papeles de la escuela, ya de noche, me dirigí a la plaza. Allí apareció una tremenda hoguera con la que se conmemoraba el santo del día, y donde luego se asaría la cena. Era una noche importante, en la que todo el pueblo se unía en la celebración. En un momento me invitaron a pasar a la casa de Daniel y Josefina, un matrimonio de ancianos que debían ponerme al corriente de los asuntos más antiguos que aún se recuerdan sobre la escuela y el pueblo. Estaban cenando en una cocina pequeñita, a la luz y el calor de unos pocos troncos que ardían en la chimenea. Dejaron la cena a medias, pobres, colocaron 4 sillas y avisaron a otras dos personas que quizá también recordarían algunas historias. Allí, frente al fuego, apenas sacando de vez en cuando algún tema nuevo, pasé casi dos horas, escuchando historias de hambre, de leche de los americanos, de estrecheces, de maquis, de guardia civil, de cuando el cura y el médico tuvieron que dar clase, o cuando Doña Mari Nieves improvisó un altar en la escuela ante el problema creado por el rayo que carbonizó todos los santos de la iglesia.

Al acabar, de nuevo en la plaza, en plena felicidad por mi fortuna, me invitaron a cenar, y allí, con todo el pueblo, seguí disfrutando de la generosidad y amabilidad de estas personas.