jueves, 9 de agosto de 2007

DICHO Y HECHO. CACEROLADA A LAS OCHO.


Mi limitada memoria aún me permite evocar el chiste del pianista maño que, alejado de su instrumento, lo agarraba bien fuerte y lo acercaba hasta la silla, en vez de, lógicamente, acercar la silla.

Parece que este caso tiene cierto parecido. El ayuntamiento parece tener cinco barcos y se ha dado cuenta que el Ebro en verano no es como ellos desean. Así pues, ante la disyuntiva de adaptar los barcos o el río, han elegido la opción B, lo que puede suponer una de las mayores atrocidades promovidas institucionalmente: adaptar todo un río, su caudal, su dinámica, sus riberas, sus puentes, …, a los barcos y los caprichos disponibles. Como se oye últimamente, parece que el asunto Expo está suponiendo una terrible carta blanca ante asuntos que exigirían irremisiblemente un mínimo debate, estudio, sensatez.

Como dije hace poco, a las primeras sospechas de rebaje de la solera del Puente de Piedra y de dragado del río (creando la necesidad periódica de hacerlo por el arrastre de sedimentos del río, alteración de la flora y la fauna,…), le sucedió un fulgurante visto bueno impropio de la lentitud administrativa (informe de impacto ambiental OK, no hay problemas con el patrimonio cultural, etc.), y hoy ya empezaban las catas, las primeras máquinas entraban al río a dejar la orilla llana y bien limpia para poder trabajar. Algunos grupos sensibles con su entorno (metan aquí a los denominados ecologistas, asociaciones culturales, y colectivos vecinales; aquí y aquí) han impedido el acceso de las máquinas y el asunto concluirá posiblemente mañana con la intervención policial y el posterior desalojo forzoso. Una treintena de personas que son algo así como la conciencia medio dormida de esta ciudad que aspira a convertirse en un nuevo mastodonte de acero y ladrillo.



Mañana a las ocho de la tarde habrá una concentración-cacerolada de protesta y reivindicación en el Puente de Piedra. Como también he escrito otras veces, que, al menos, no cuenten con nuestra desidia. Que, al menos, el lema no sea “agua y desarrollo sostenible”. Que se rían, pero no tanto, hombre. Si están contentos con todo este asunto, les felicito. Si sienten algo de disconformidad en las tripas con las formas, con el fondo, con lo que representa, lo que supone, lo que…, pues arrímense, que da mucha pena creer que se obra por algo bueno y justo y estar sólo rodeado de treinta personas.

(Las citas, los libros, y las cartas, para otro rato más apropiado).