Buscando el norte, que es el sur.
Acabaré el dos mil ocho con la sensación de fatiga y agotamiento mayor desde que intento ser maestro. El recuerdo de otros cursos tiene que ver con meses de mayo y junio llenos de sorpresas, alegría, y energía. Sin embargo, esta vez experimento, sin llegar a los cuatro meses de trabajo, una necesidad de descanso y desconexión nunca antes sentida. Me disgusta esa necesidad vacacional; me parece una evidencia indeseable.
Tras este tiempo, y con el primer trimestre ya finalizado, percibo nítidamente algunos progresos experimentados (desde la simple adaptación a un entorno tan diferente y especial hasta el planteamiento de sesiones con cierta coherencia y adecuación a los alumnos), pero sigo haciendo sesiones tan ridículas e improcedentes como la primera semana de curso.
Quizá el año finalice la semana próxima con un encuentro internacional e ilegal de EF, con dos asistentes apuntados por el momento. Otro pero que añadir al curso: el alejamiento de compañeros de EF con los que aprender. Igual que escribimos (…) aquí sin saber bien por qué, simplemente porque existe un impulso y una necesidad de hacerlo, o, quizá, porque la vida se ve de otra manera cuando es contada, también sentimos la necesidad de avanzar, de ofrecer algo mejor en el trabajo. Con la duda de hasta qué punto tiene sentido subordinar otras tareas importantes, sin comprender por qué pasa por la cabeza quedar una vez al mes en Lérida para compartir y avanzar, …pero haciéndolo porque así se siente. Ni siquiera lo hemos soñado antes, como el arquitecto o Víctor Juan, porque hay noches en las que más vale dormir.
Y cada noche unas líneas antes de cerrar los ojos. Que los versos sean los últimos chispazos del día para un aturullado espíritu, o sistema nervioso, o lo que demonios sea:
Ya duermen en su tumba las pasiones
el sueño de la nada;
¿es, pues, locura del doliente espíritu
o gusano que llevo en mis entrañas?
Yo sólo sé que es un placer que duele,
que es un dolor que atormentando halaga,
llama que de la vida se alimenta
mas sin la cual la vida se apagará.
Creyó que era eterno tu reino en el alma,
Creyó tu esencia esencia inmortal,
Mas si sólo eres nube que pasa,
ilusiones que vienen y van,
rumores del onda que rueda y que muere
y nace de nuevo y vuelve a rodar,
todo es sueño y mentira en la tierra,
¡no existes, verdad!
(Rosalía de Castro, En las orillas del Sar).
Ayer, el amigo islandés, nos contó lo de los delfines. Por supuesto, me ofrecí voluntario para la próxima. Estoy casi seguro que llegado el caso acabaré en el calabozo, pero la vida está penetrando en parajes donde cierto riesgo comienza a ser una imperiosa necesidad.
Tras este tiempo, y con el primer trimestre ya finalizado, percibo nítidamente algunos progresos experimentados (desde la simple adaptación a un entorno tan diferente y especial hasta el planteamiento de sesiones con cierta coherencia y adecuación a los alumnos), pero sigo haciendo sesiones tan ridículas e improcedentes como la primera semana de curso.
Quizá el año finalice la semana próxima con un encuentro internacional e ilegal de EF, con dos asistentes apuntados por el momento. Otro pero que añadir al curso: el alejamiento de compañeros de EF con los que aprender. Igual que escribimos (…) aquí sin saber bien por qué, simplemente porque existe un impulso y una necesidad de hacerlo, o, quizá, porque la vida se ve de otra manera cuando es contada, también sentimos la necesidad de avanzar, de ofrecer algo mejor en el trabajo. Con la duda de hasta qué punto tiene sentido subordinar otras tareas importantes, sin comprender por qué pasa por la cabeza quedar una vez al mes en Lérida para compartir y avanzar, …pero haciéndolo porque así se siente. Ni siquiera lo hemos soñado antes, como el arquitecto o Víctor Juan, porque hay noches en las que más vale dormir.
Y cada noche unas líneas antes de cerrar los ojos. Que los versos sean los últimos chispazos del día para un aturullado espíritu, o sistema nervioso, o lo que demonios sea:
Ya duermen en su tumba las pasiones
el sueño de la nada;
¿es, pues, locura del doliente espíritu
o gusano que llevo en mis entrañas?
Yo sólo sé que es un placer que duele,
que es un dolor que atormentando halaga,
llama que de la vida se alimenta
mas sin la cual la vida se apagará.
Creyó que era eterno tu reino en el alma,
Creyó tu esencia esencia inmortal,
Mas si sólo eres nube que pasa,
ilusiones que vienen y van,
rumores del onda que rueda y que muere
y nace de nuevo y vuelve a rodar,
todo es sueño y mentira en la tierra,
¡no existes, verdad!
(Rosalía de Castro, En las orillas del Sar).
Ayer, el amigo islandés, nos contó lo de los delfines. Por supuesto, me ofrecí voluntario para la próxima. Estoy casi seguro que llegado el caso acabaré en el calabozo, pero la vida está penetrando en parajes donde cierto riesgo comienza a ser una imperiosa necesidad.
2 comentarios:
No sé por qué pero la experiencia personal contada por ti expresa una dimensión densa y profunda. Serán tus dudas, tus inquietudes, tus temores... ese interior tan vivo que le lleva a manifestar poéticamente lo que otros enseñantes llevamos dentro pero por orgullo no nos atrevemos a manifestar. Sé que lo haces sin ninguna petulancia. ¿Cómo se puede ser petulante de la propia incapacidad o de la insastisfacción? Tu dormirte con los versos oscuros y acongojados de En las orillas del Sar es todo un hermoso estado de duermevela expectante ante la vida. Salud, compañero. ¿Has leído El libro del desasosiego de Fernando Pessoa?
Hola Joselu.
Si es por dudas, inquietudes, y temores, creo que tengo para abastecer un par de continentes enteros.
Mira (con del recuerdo de Javier Marías, amigo de los blogueros), he integrado como hábito leer poesía por las noches gracias a leer tus referencias a lo maravilloso que resultaba leerla con tu hija por las noches. Yo leo a mi novia, y ella me lee a mi. Y una de las referencias de las últimas semanas ha sido Rosalía por las referencias de tu blog.
La experiencia es preciosa, y creo que con potencial para generar recuerdos entrañables perdurables largo tiempo. Los últimos días nos hemos emocionado con la antología Raíz de Amor, de Ana Pelegrín: en unos minutos disfrutas de Octavio Paz, Cernuda, Benedetti, García Lorca, Salinas, Neruda, ...
Si hablo de mi incapacidad creo que es porque me ayuda a entenderla mejor, lo que supone, creo y espero, un primer paso para avanzar.
Busco el libro de Fernando Pessoa ya.
Contando esa influencia que he nombrado, y lo aprendido y sentido con tus palabras de la Secundaria y de África, reitero el privilegio que supone contar con tus visitas.
Un abrazo y salud.
José Luis.
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