lunes, 20 de febrero de 2012

ÍDOLOS.

La mañana ha comenzado en clase con la noticia de un señor que en Castellón celebró la semana pasada ciento seis años. Decía sentirse bien, fumar puros a escondidas y beber coñac siempre que podía. Este señor había pasado la penurias de rigor en la guerra, viviendo un año escondido en el monte y había sufrido las peripecias de una vida de trabajo esforzado. Para nuestro asombro, o reflexión, o ambas, afirmaba que la peor época que había vivido era la actual, “por lo revuelto que está todo”

Hace unos días tuve un cortocircuito pedagógico. Mis cables, o lo que por allí haya, se estropearon. No estoy equipado con buena tecnología. Visto el problema, indiqué a los niños que me declaraba en huelga, que no tenía ganas de seguir siendo su maestro ese día, que hicieran lo que les diera la gana durante el resto de la mañana y la tarde. Antes de irnos a casa a merendar ya hablaríamos.

Sin desearlo, provoqué un curioso experimento. Pude ver a los niños comportarse con absoluta libertad durante varias horas. Comprobé cómo se relacionaban entre ellos, quiénes quedaban un poco apartados del grupo y quiénes dirigían a los demás. Pude también observar la evolución de su conducta: desde la mayor euforia inicial por su libertad, jugando y hablando todos a grandes voces para ir poco a poco derivando hacia actividades más tranquilas y acabar todos leyendo individualmente en silencio. Cuando hablamos sobre el día indicaron que había sido muy aburrido y que esperaban no volver a repetirlo.

Durante los primeros minutos participaron en un juego colectivo relacionado con el lenguaje. Una de las pruebas tenía que ver con nombrar a referentes sociales de nuestro tiempo. Yo me protegía tras el sólido parapeto ofrecido por un libro de Millás, pero miraba de reojo y escuchaba atentamente. Allí aparecieron nombres como Piqué, Shakira, Belén Esteban, Cristiano Ronaldo. A mí esto me da mucha pena. Constata que luchamos contra gigantes. Guardo aún en alguno de los cajones que me rodean, sumergido entre otros recortes, aquel de hace diez años donde una encuesta encumbraba a Beckham, M. Jackson, …, como los grandes referentes de los adolescentes españoles.

Hoy un niño ha dicho en clase que en los últimos días ha escuchado en diversos lugares (TV, familia, radio, …) hablar sobre Oliver Twist y Charles Dickens, sobre Van Goth, y sobre otros personajes del ámbito de la cultura y la ciencia que ahora mismo no consigo recordar. Lo que he entendido a mi amigo V ha sido: “eh, qué bien, he entendido un poco mejor el mundo que me rodea gracias a cosas que hemos tratado en clase” Hoy hemos aprendido un poema de Félix Romeo (al que estoy conociendo gracias al reconocimiento de sus amigos en ROLDE) y les he hablado de él, hemos escuchado el programa de RNE El Ojo Crítico donde nos nombraron el viernes pasado (ver Ansotanius), y hemos hablado de otros pintores como Picasso, o Miró. También hemos visto un ser que no puedo nombrar aquí, puesto que pertenece al ámbito de la pedagogía extrema y quizá sea ilegal. Lo que quería decirles es que en la escuela, de vez en cuando, vivimos el sueño de una sociedad donde las personas piensen en Saramago, en ciencia, en Dickens, en Ludovico Einaudi, …

Seguramente parezca justo eso, un sueño, pero qué sería de nosotros si no pudiéramos flotar sobre la realidad. De hecho estoy seguro que todos flotamos, pero ya les explicaré esto otro rato.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí lo que me ocurre a veces cuando me miro fijamente en el espejo durante un rato, es que de repente, me doy cuenta de que estoy viva ¿a los demás también les pasa eso alguna vez? es como si viera a la persona que habita y maneja mi cuerpo y la reconociera como a mí misma, es decir "Ah si soy yo"
Espero no estar volviéndome loca. Confieso que me pasa ya desde hace muchos años.
Un saludo,
Julia.

Joselu dijo...

Un curioso experimento el tuyo el día en que te declaraste en huelga. Yo no me atrevería a hacerlo. Creo que los adolescentes son más peligrosos que los niños, y no pienso que al final se pusieran a leer. ¿No te preguntaban qué te pasaba, que si estabas triste o tenías algún problema? Creo que tuvieron que sentirse desconcertados. ¿O lo asumieron sin problema? En cuanto a la llegada de la cultura a la educación, cada vez soy más escéptico. Estoy acostumbrado a que a mis alumnos de bachillerato les importe un higo la cultura. Tal vez sea porque doy clase en un entorno determinado sin aspiraciones culturales de ningún tipo. Prefiero dar clase a mis alumnos inmigrantes a los que hay que alfabetizar casi, pero no son petulantes y a veces te lo agradecen con una sonrisa.

Kikiricabra dijo...

Hola, Julia. Creo que lo que cuentas tiene que ver con el problema de la conciencia. Yo tengo una buena teoría sobre esto, pero no me acuerdo bien de ella ahora. Nuestra conciencia no es lo que creemos que es. La sobrevaloramos. Yo me miro y más bien pienso: "Ahh, mira, quien dice mi conciencia y las otras conciencias que soy yo". Hace años que no me reconozco ni me encuentro.
Un abrazo para ti, en cualquier caso.

Joselu, está claro que jugaba con el control total de la clase en el momento en que lo decidiera. Eso probablemente es algo con lo que no cuentas en secundaria cuando el asunto se alborota demasiado. Los niños ya sabían que estaba enfadado por su reiterada actitud de falta de trabajo y seriedad en momentos en los que correspondía. Por eso no me preguntaron nada. Comprendo perfectamente tu afinidad por los alumnos inmigrantes desfavorecidos. Guardan lo que nosotros hemos tirado por la borda como asuntos inútiles: respeto, esfuerzo, por ejemplo.

Un saludo y gracias por vuestras opiniones.

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