viernes, 28 de octubre de 2011

INVEROSIMILIDADES Y ACCIONES PEDAGÓGICAS CLANDESTINAS.

Mientras tanto la vida avanza, como un susurro, pero avanza. Y no sé si está en el sendero adornado de hojas doradas y rojas de haya, arce y álamo, en la escuela, en mi cabeza, en la ciudad, o en la lluvia fina que afortunadamente nos va calando poco a poco.

Por no sé bien qué desajuste cerebro-temporal, en el horario semanal se han juntado dos horas de conocimiento del medio en el mismo día, así que una de ellas estará dedicada a la ciencia y los experimentos. Todos contentos (será una actividad pedagógica clandestina sin criterios de calificación, sin objetivos expresados en distintos niveles de concreción, ni basura curricular semejante)

Hemos comenzado un poco apresuradamente, pero la Gallina que se creía Azor nos regaló el año pasado unas bolsas llenas de egagrópilas de lechuza que han servido a la perfección para dar contenido a la primera actividad.

Una vez salvados los escrúpulos iniciales (los niños de pueblo ya no son lo que eran; supongo que esta actividad deberé descartarla cuando el demonio me castigue con un trabajo en la ciudad), nos hemos puesto a escarbar entre las bolas de pelo de roedores variados para ir acumulando una pequeña montaña de huesecillos que parecían fruto de un ritual caníbal en miniatura. Posteriormente los hemos observado e identificando con la ayuda de un póster de un esqueleto humano (¡los carniceros ya saben desde la prehistoria que somos iguales que los corderos y las vacas!; de igual modo, con los topillos y las ratas) Estoy casi seguro que la lechuza que las regurgitó no imaginó que darían lugar a tal cantidad de aprendizajes sobre articulaciones, ligamentos, huesos e incluso ortografía. Si un inspector educativo encuentra a la lechuza seguro que le obliga a redactar objetivos pedagógicos e incluso a leer el currículum.

Los huesos (mandíbulas, cráneos, fémures, tibias y peronés, vértebras, costillas, molares, ...) han quedado recogidos en una ficha que se ha ido a casa para compartir y contar lo realizado.

Para terminar la clase también ha habido una reflexión pseudofilosófica sin justificación curricular: hace unos meses esos huesos estaban integrados en el cuerpo de un animal con vida; una lechuza, con finos sentidos nocturnos, se lanzó desde una rama de, quizá, un pino, le clavó las garras en las entrañas y comenzó a comer mientras el topillo se despedía del mundo de los vivos; la lechuza hizo la digestión mientras dormitaba y soñaba con explosiones demográficas de roedores y con una lechuza hembra de inmaculado plumaje blanco, y acabó expulsando la egagrópila que mi buen hermano recogió y escondió en casa de la vista de su madre; casualmente nos la trajo a la escuela en una bolsa hace cinco meses y, finalmente, hoy un grupo de siete niños con su maestro han abierto esa bolsa para desmenuzar la mezcla de pelo y huesecillos; en este instante el maestro escribe sobre esos huesos que hace unos meses, al principio de este párrafo, corrían dentro de un ratón o un topillo aún vivo. Digan o piensen lo que quieran, pero todo es absolutamente extraño e inverosímil.

Y que tengan buen fin de semana.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Nos ha dado a todos por hablar de huesos
Y eso que no sale en mi "objetivo pedagógico" ni en mi currículum
Saludos y dan ganas de apuntarse a tu clase,
Pili Amparo

Joselu dijo...

Creo que por alusiones estás presente en mi último post. Se inicia el debate sobre el currículum.

El ciclo de la vida es enigmático y filosófico. No me extrañan ciertos ejercicios del llamado arte conceptual en que se observan diferentes materias y texturas en su proceso de descomposición.

Chus ProfedeLengua dijo...

Hola, ese tipo de enseñanzas clandestinas son las que enseñan de verdad. Ma gustaría que mis hijas escarbasen también entre esas bolas de pelo de roedor, pero, ¡ojo con el inspector si no has redactado las competencias de la actividad con sus objetivos!Que todo conste por escrito aunque no lo vaya a leer ni él.
Por cierto, hace cosa de un mes, no sé si lo recuerdas, te comenté que había llevado a mis alumnos de 1º de bachillerato tu entrada del 20 de septiembre acerca del comienzo de curso. El texto empezaba “El comienzo de curso no ha sido especialmente brillante”, ya que omití tu primer párrafo. Mi intención era iniciarlos en el comentario crítico de un texto y conocer su nivel lingüístico (de hecho, ellos también tuvieron que hacer un escrito personal que comenzase así. Diversas ocupaciones domésticas me han mantenido alejada de los blogs pero no he echado en el olvido tu deseo de conocer las opiniones de mis alumnos. Al ser un trabajo inicial, todos lo hicieron, con mayor o menor fortuna, y sus opiniones son bastante coincidentes. Con respecto a la primera parte, frente a los que siempre dan la razón al profesor sin ofrecer demasiadas argumentaciones, la mayoría reniegan del trabajo veraniego, no ven ningún atractivo en cartearse con el profesor. Escribe una: “El profesor ya debería esperar que sus alumnos no hubieran hecho los deberes porque los niños quieren disfrutar del verano.[...] Además, para poder hacer los deberes, sus familias también deben perder el tiempo que les gasta hacer dichas tareas. Los padres tienen pocas vacaciones y poco tiempo para estar con sus hijos y no lo utilizarán para que estos hagan los deberes. Por el contrario, en ese tiempo irán a la playa, de viaje, de paseo,...no a estudiar” Vaya, yo no lo había visto nunca desde ese punto de vista. Con respecto a la responsabilidad de los padres en el cuidado del huerto, son escépticos e irónicos; ellos ya saben que hoy en día no se compromete casi nadie con nada:”¿Son realistas las pretensiones del profesor? Hoy en día, en la sociedad actual, el nivel de compromiso con un proyecto común se diluye pensando que ya lo harán otros y al final, unos por otros, la casa sin barrer”. En el tema del botellón, un grupo numeroso lo tiene claro: ven fatal la actitud de los vándalos que destrozaron el huerto, pero no hay por su parte demasiada autocrítica. Se agarran a la idea de que la culpa es de los padres, que no inculcan a sus hijos la idea del respecto a los demás. Ellos defienden su derecho al botellón, comprenden que cuando uno bebe no sabe lo que hace y es fácil destrozar un jardín “inconscientemente” y reclaman, para evitarlo, lugares habilitados para no molestar a nadie con su diversión. Un grupo minoritario no entiende que los jóvenes puedan divertirse bebiendo.
Son alumnos de 16 años, muy majetes, y uno dice: "No parece de un blog, está bien escrito".
Sigue con la lechuza. Tus niños están aprendiendo mucho.
Un saludo.

Kikiricabra dijo...

Pili Amparo, apúntate, no hay ningún problema, al revés. Lo único a considerar es que te haremos trabajar y acabarás contándonos sobre tu trabajo, tu vida y sobre cualquier otro asunto que nos enriquezca.

Joselu, no estaba tan presente en el debate generado por tu reflexión como en el afán actual, ya discutido, de que el docente clasifique y justifique cada acción que emprende en el aula. La actividad con las egagrópilas fue medio improvisada, no estaba planteada en términos de objetivos, no se le aplicó una sesuda batería de evaluación posterior, ..., y, sin embargo, fue una actividad maravillosa donde los niños aprendieron realmente sobre asuntos complejos e importantes.

Hortensia Lago, hoy he dado mi consentimiento anual para aprobar la PGA. Serán decenas de folios llenos de letras y vacío de ideas. El Universo es hueco y nosotros aspiramos a demostrarlo. Muchas gracias por acercarme las ideas de tus alumnos. Creo que no me sorprenden. Estoy seguro que sus respuestas dentro de diez años serían muy diferentes. Para valorar determinadas cosas, como el bien colectivo, el esfuerzo individual y grupal, ..., es necesario conocer algunos caminos que quizá ellos aún no han transitado. Me quedo con los minoritarios que no entienden que la diversión pase obligatoria y semanalmente por la borrachera. Probablemente dentro de unos años ellos y la sociedad entera echarán de menos las neuronas perdidas. A tus alumnos les contaría aobre mi escolaridad en la que un profesor que no quería extra de trabajo ni de problemas me mandaba un cuaderno de Vacaciones Santillana que me martirizada durante cada día del verano y que no me aportaba nada más allá de la tolerancia a la frustración y la resignación desarrolladas (no es poco!). Les enseñaría después los diarios de vacaciones de dos hermanos. Son páginas llenas de viajes, de comentarios, de entradas de museos y conciertos, de dibujos propios y de sus padres, de esquemas y explicaciones, ..., y les haría saber el valor infinito de ese trabajo. Allí hay una dedicación enorme de los padres, claro, pero como la que se precisa cada día y que constituye un gran regalo para el futuro de los hijos. Unos están dispuestos y otros no. Como ocurre con la implicación de los maestros y la de cualquier persona que pretende alcanzar cualquier objetivo. en todo caso, un gran saludo para ellos.

Saludos también para los tres y gracias por vuestra participación.

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