sábado, 4 de octubre de 2008

DE MI TRABAJO Y SU NATURALEZA.

Colosal visión de la Hoya de Huesca. Buscando lugares para alumbrar ideas.

El viernes me indicó un compañero que una madre había solicitado a través del cuaderno de comunicación entre la familia y la escuela le explicáramos cuál es la diferencia entre la fisioterapia y la educación física que recibe su hijo.

No pudo ser esta señora más certera en su pregunta, en tanto constituye una de mis principales interrogantes en este inicio de curso. En los niños con mayores problemas motrices, en algunos casos con una limitación casi absoluta, me surgieron desde el primer día importantes dudas sobre mi labor. En la bibliografía que he podido leer hasta el momento, la educación física, en un extraño giro epistemológico que no consigo aclarar (ésto es harina de otro costal), pasa a denominarse psicomotricidad y, en ese instante, comienzo a leer sobre contenidos y conocimientos que se me hacen no sólo desconocidos (lo cual tiene rápido remedio), sino profundamente ajenos. Me refiero a que llega un punto en el que lo leído se refiere a rehabilitación, terapia, y parcelas similares en las que desconozco absolutamente todo y, además, no me gustan.

Ésto apunta a una especie de debate que ya he escuchado en distintos ámbitos en este primer mes de trabajo: en educación especial, ¿los especialistas de educación física, música, o cualesquiera, no deberían estar formados, en primer lugar, en educación especial?. Mi falta de experiencia haría que responder fuera una osadía, pero, en todo caso, es un hecho que la duda se plantea.

A la familia en cuestión le respondí con la mayor sinceridad posible indicando los campos que me son propios y que intento desarrollar en mis clases: mi formación apunta, en resumen, a abordar la educación de los niños a través de las prácticas motrices (aspectos cognitivos, sociales, puramente motrices, etc.) y que éste era mi planteamiento de partida, bien lejano de la terapia rehabilitadora fisioterápica. Evidentemente, al encontrarnos con limitaciones de movimiento, las posibilidades de la educación física se van reduciendo y se necesitan mayores adaptaciones en las tareas propuestas, acercándonos mucho, para mi confusión, a lo terapéutico (propiocepción, estimulación sensorial, etc.), pero pudiendo plantear aún algunos objetivos que nos son propios: por ejemplo, los relacionados con el desarrollo de la conciencia y el esquema corporal, o los relativos a las relaciones sociales.

Un buen lío de tremendas repercusiones profesionales y personales.

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