jueves, 18 de septiembre de 2008

DE ESPONJAS Y CARTAS.

Lóbulo frontal: ideas en plena cristalización.

Ya he leído varias veces a escritores sobre el excelente recurso que supone coger una libretica, un lápiz (el de la dolorosa muerte, según Millás), y dedicarte a mirar y captar la realidad. Para Sampedro, ésto es hacer la esponja: colocarte en un lugar estratégico y dejar que los flujos de la realidad te traspasen mientras se realiza un cuidadoso filtrado de los elementos más interesantes. Parece ser que geniales novelas y ensayos han encontrado brillantes ideas en autobuses, parques, tertulias de bar, o mercadillos.

Desde hace años, cuando estoy en la gran capital, nada más entrar en ella, me veo desbordado de estímulos sonoros, luminosos, de gente por todas partes, etc. Esta sensación aumenta conforme el espacio disminuye, y, así, cuando viajo en el autobús no escapo de la perplejidad al observar lo que me rodea. Digamos que estos días, en una especie pseudomasoquismo, he encontrado un resquicio de placer en el tormento que para mí supone moverme por la ciudad. He cogido cierto gusto y habilidad para hacer la esponja. He de decir que ahora los teléfonos móviles facilitan mucho el flujo de realidad a través de los poros de este animal, por que resulta muy fácil capturar alimento: lo mismo te enteras de los índices bursátiles que de las vacaciones del interlocutor, o del joven con cara de niño, calzoncillos de diseño en las axilas, gorra a medio caer, que aseguraba haber mandado a cinco tipos al hospital a base de golpes con un bate de béisbol en su última pelea. Eso sí, sin navajas, concluía en un arrebato de nobleza. Ya tengo mi libreta de capturar fragmentos de vida.

Otra de felicidad pedagógica. Ayer, una niña a la que podemos adornar con adjetivos como buena, educada, inteligente, curiosa, trabajadora, y guapa, me escribió una carta. Esta niña tiene 6 escasos años, y yo sólo le di clase de EF durante el curso pasado. En todo caso, nos llevábamos muy bien, y fue un placer enorme tenerla como alumna. Me tomo la libertad de transcribir su escrito, porque me encanta (me parece un honor que una niña de esta edad me escriba después de tres meses sin verme), y porque creo sirve para poner ejemplo de la importancia y la riqueza (no sólo a nivel pedagógico) de las relaciones que se establecen entre el maestro y sus alumnos:

Hola José Luis:

¿Cómo estás?. Te echo de menos. Ya me han traído la bici de la Comarca. Es roja y muy grande y no toco el suelo.

¿En Zaragoza ya ha empezado la escuela?, ¿has ido a la Expo?. Yo sí y es muy chulo. Este verano me he acordado mucho de ti por todo lo que me has enseñado de deporte.

Pronto empezaré el cole y no sé qué maestro o maestra nos habrá tocado.

Un beso.

Este trabajo es un jaleo, tan pronto tienes que llenar como vaciar, y me coge siempre con las alforjas del revés.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

help me.

Anónimo dijo...

Esa niña, tu ex-alumna es un tesoro.

Me da que con los móviles tienes esponja para un par de décadas.

Interesante post, no había pensado sobre algo que por lo visto hacemos much@s.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola, José Luis:
He pasado varias veces por aquí para leer, y hoy comento por primera vez.
Me ha gustado mucho la metáfora "hacer de esponja" para cuando captamos la realidad que nos rodea. Buena idea lo de llevar siempre a mano una libretita y lápiz (o boli) para anotarlo.
La carta de tu alumna es preciosa y muy bien escrita para una niña de tan corta edad. A mí, que también soy maestra, me hubiera encantado recibirla.
¡Hasta otro día! Saludos.

Anónimo dijo...

Entrenómadas, dime, en primer lugar, como te gusta que te llame, puesto que siempre tengo la duda de si poner el nombre del blog o tu nombre.

Los móviles casi quitan romanticismo al comportamiento esponja. Ahora es tan fácil...; de hecho, creo que los poríferos estamos proliferando en distintos ecosistemas gracias a este aparato infernal.

Luisa M, bienvenida. Me alegra que os haya gustado la metáfora. Por algo Sampedro es el maestro. El desarrollo de esa idea está en Escribir es Vivir, su medio biografía explicada paralelamente a su desarrollo como escritor. Es muy divertido cuando cuenta las peripecias que experimentaba para preparar su "comportamiento esponja": acostumbrar con su presencia durante varios días un grupo de mujeres que tomaban el café cada tarde para que hablaran sin considerarle, hacerse el ciego para no despertar recelo entre sus "confidentes"; también explica sobre los mejores lugares para alimentar el cuaderno: parques, bares, autobús, ...; en fin, es un capítulo muy divertido. Mi versión personal consiste en colocarme unos auriculares en la oreja (sin llevar siquiera aparato de música) y unas buenas gafas de sol oscuras. También ayuda mi cara de marciano cuando recorro la ciudad. El acercamiento que consigues de este modo es increíble.

Sobre las cartas, este verano me han escrito muchos niños. No todos los que yo esperaba, pero, como ya no soy su maestro, tiene un significado muy especial, puesto que lo han hecho de un modo totalmente desinteresado en base, creo, a la relación que hemos conseguido forjar durante dos años.

La carta de la niña me iluminó el día. Es una persona encantadora. Creo que todos maestros pensamos en niños que ojalá fueran hijos nuestros, y éste es uno de esos casos.

Espero compartir y debatir sobre nuestro trabajo en lo sucesivo.

Este comentario es casi un post. Disculpas.
Dos abrazos para cada una.
José Luis.

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