
También mi cabeza ha sufrido un retorcimiento brusco y terrible. Quizá nunca logre recuperarme. De hecho, ya sueño con el momento. Lo entreno cada día, lo siento, lo saboreo, lo imagino, lo huelo, y sigo, dolorosamente, sin comprender nada.
El Galacho de Juslibol me regaló esta imagen la semana pasada. Quizá sea lo mejor que puedo ofrecer.
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