lunes, 20 de noviembre de 2006

LO DE SIEMPRE: NIÑOS, PISOS, NATURALEZA.

Leo que en España se construyen cerca de un millón de pisos cada año. No hace falta decir más.

Leo también cada semana a Juan José Millás. Ya le he nombrado otras veces, pero lo volveré a hacer. Recuerdo que comencé a leer sus columnas en El País cuando hace dos años recorté unas líneas que trataban sobre un preso americano al que perdonaban la pena de muerte por tener el coeficiente intelectual especialmente bajo. Le salvó ser tonto, decía.

Cada día estoy más contento con mis pequeños alumnos. Siguiendo a los Empiristas ingleses y a mi concepto catastrófico de la naturaleza humana podría decirse que es un placer tratar con personas aún no contaminadas por la experiencia humana. Niños que conservan intacta la capacidad de sorpresa ante la vida y sus maravillas.

Estos días se nombra por aquí lo mal que tienen los maestros el asunto de su formación continua. A cuento de esto, me planteo la mía. Hace dos años, tras la primera cornada oposicionil, casi mortal, me matriculé en el curso de doctorado propio de la Facultad de CCAFD. Lo probé y sabía demasiado amargo, así que apenas lo saboreé. Incluso creo que estaba envenenado.

Ahora, aparte de algunas jornadas y de algunos sencillos cursos, pienso varias cosas: pienso en un doctorado serio relacionado con la pedagogía; pienso en filosofía; pienso en biología (apruebo unas cuantas y así el Azor Tundra me coge justo en segundo y me va dejando apuntes).

Hay una idea que me encanta. Es una idea india muy famosa. Casi siempre representada cuando un general americano (sí, claro, era de ARAMÓN) va a hablar con un jefe indio y le pregunta por el precio de unas tierras. El jefe indio, perplejo, le indica que no puede vender nada, que la tierra no se puede vender porque no pertenece a nadie: al revés, los hombres somos parte de la tierra, pertenecemos a ella, le dice. El general americano se parte de risa, y supongo que le pegaría un tiro y empezaría a repartir el pastel. Pienso en esto y me sobrecoge la acción humana: apenas sabemos sobre nuestra evolución, apenas sabemos sobre nuestro lugar y función en la tierra, en el universo; apenas sabemos sobre algo, pero mientras lo averiguamos arrasamos con lo que encontramos.

En blogs como este de Brookei, o en Desde el Secano (blog sin plomo y libre de cloro), o en ANSAR, encuentro cada día un pequeño remanso de paz y de personas que son capaces de sorprenderse y maravillarse aún con los pequeños milagros de la naturaleza.

0 comentarios:

Publicar un comentario