miércoles, 15 de noviembre de 2006

Acabo de perder 84 folios de trabajo. Pensaré que hay cosas peores.

Hemos dedicado la reunión de la tarde a discutir las propuestas de mejora para la Ley Aragonesa de Educación. Ya es la tercera tarde que dedicamos a esto. En principio, me parece buena idea, porque se genera un clima de diálogo y reflexión interesante, pero:

Parece una manera manifiesta por parte de la administración de acallar posibles voces discordantes que se lamenten de la falta de consenso y debate social. Me temo que es una maniobra estratégica, y no un deseo real de escuchar a padres, maestros, alumnos, etc. Considero humanamente inviable que sean capaces de tratar, y luego interpretar, las toneladas de información que les van a llegar. Son decenas de preguntas abiertas a que abarcan asuntos de la mayor y la menor concreción imaginable. Y llegarán propuestas y opiniones de casi todos los centros educativos (miles de folios), de muchos profesores a título particular, y de algunas otras instancias. A menos que pretendan aprobar la ley dentro de 10 años…

Frecuentemente los debates se convierten en un “cuéntame tu caso, Mari Loli”, donde cada maestro no ve más allá de su problema de ayer en clase, y se echa en falta, yo al menos, un maestro de 55 años, por ejemplo, culto y trabajador, que ponga cordura y conocimientos en algunas cuestiones en las que parecen existir tantas verdades como opiniones.

De todas maneras, vuelvo a lo mío. La vida de las personas establece continuamente interrogantes. Y yo creo que tirando del hilo siempre se llega a las mismas cuestiones esenciales. La escuela no se escapa a esto. Hablamos de padres, de sus relaciones con la escuela, de horarios, de reconocimiento social, de estrategias óptimas para enseñar, de necesidades materiales y económicas, etc. Y llegados a un punto en el que surgen atascos, desacuerdos, …, siempre me viene a la cabeza la que creo es la madre del cordero: ¿para qué enseñamos?. Yo no lo sé, pero todos deberíamos, en el peor de los casos, hacernos la pregunta.

Me da miedo. Creo observar visiones muy sesgadas de la realidad. Unos que miran en una dirección, otros en la contraria, otros que miran al suelo o cierran directamente los ojos. Unos que quieren que el niño sepa leer en primero y otros que quieren que el niño lea cuando salga de la escuela. Unos que quieren evitar la reclamación del maestro del siguiente ciclo o etapa, y otros que rinden cuentas únicamente ante su honestidad y el futuro del alumno.

Por otra parte, me entristece profundamente que haya maestros que no sienten pasión por lo que enseñan, que no creen en ello, que ni siquiera lo conocen. Cualquiera puede enseñar a mis alumnos a sumar, a restar, los animalitos del bosque, y la polisemia. ¿Dónde está el valor añadido (que feo suena este término económico) que debo aportar?. Yo lo encuentro en la ilusión que intento transmitir, en las puertas que pueda abrir, en posibilitar encuentros, libros, descubrimientos. Cuento cada cosa que leo y me ven leer, cuento el placer sentido con el ejercicio, intento que aprecien mi sorpresa por la vida, por cada cosa pequeñita y maravillosa de la naturaleza.

¿Cómo puedo coger un libro de conocimiento del medio y no conocer ni las calles del pueblo donde enseño?, ¿cómo puedo enseñar una actividad que he malaprendido dos días antes?, ¿cómo puedo incitar a la lectura si cada noche mi menú cultural es la puta televisión, y mi preocupación se refiere a la longitud, color, textura y sabor, de las bragas de Fulanita, la última nominada?, ¿qué pretendo transmitir?, ¿pretendo algo?, ¿hay alguien ahí dentro?.

Con gran ilusión compré el fin de semana los libros Maito Panduro y Ojos de Nube. Bien sé que hay maestros de los que sólo cabe mirar y aprender. Y escritores como Gonzalo Mouré de los que disfrutar. Ayer los leí y pretendía darlos a conocer, puesto que, desgraciadamente, mis alumnos aún son demasiado jóvenes para ellos. El intento ha durado unos diez segundos, hasta que alguien ha comprobado que no tenían dibujos y que la cosa iba de gitanos. Concienzudo análisis. Anda, cambiemos de canal.

Cada día amando más vivir, el cielo, las montañas.

lunes, 13 de noviembre de 2006

EL AZOR EMPRENDE VUELO.

Seré rápido porque me están vigilando y debo esconderme pronto.

Saludo blogiano a Julio Tejedor, un profesor del que aprendimos bastante en la Facultad de Huesca. Ahora es director de urbanismo, o algo parecido, del Gobierno de Aragón. El domingo analizaba en Heraldo bien contento y satisfecho el desarrollo urbanístico del Pirineo y se jugaba varios apéndices corporales a favor del juego limpio de ARAMÓN. Él sabrá.

En todo caso, sí me gustaría poner una cita (perdón, pero no la recuerdo literalmente) de Ortega y Gasset, cuyo nivel filosófico se suele equiparar con el olvido al que se le ha condenado: “un individuo no es sino la mitad de uno mismo; la otra mitad está formada por el paisaje en el que vive”. No estaría pensando, supongo, en lo mismo que yo cuando dijo esto, pero tiene aplicación. El caso es que ahora España se debe estar llenando de tipos a quienes les falta la mitad de sí mismos, o peor, su otra mitad es un colgajo cancerígeno y humeante de cemento y humo.

El otro día cuando dije que no quería lotería, como de costumbre, se encendieron las alarmas: pobre desgraciado, puede que nos toque a todos excepto a él. Aduje que no me hacía falta el gordo, que ya era suficientemente feliz. Todos rieron y me miraron con cierto aire protector. Qué infeliz, debieron pensar.

Y despidámonos con una feliz noticia. La semana pasada contemplamos el feliz alumbramiento de un nuevo blogecico. El blog en cuestión es de Pablo Capilla Lasheras, mi hermano. Al mozo le cuesta quitar el plato de la mesa tras la comida, y suele ponerse muy raro cuando está cansado. “¡Hala maño!, ¡que me dejes!” suele ser su advertencia. Ahora Pablo tiene ya quince años y comienza a tener buenas ideas por la cabeza. Incluso tengo ya la fortuna de poder aprender muchas cosas que él me enseña. El jodido tiene la suerte del instituto, donde tanto me gustaría a mí volver ahora. En su blog trata los asuntos que le preocupan, como los relacionados con la naturaleza o la escuela. Seguro que es una actividad que te ayuda en muchos sentido Pablo. Enhorabuena.

jueves, 9 de noviembre de 2006

¿OPOSICIÓN PARA ABEJA?.

Veo a la abeja tan feliz…y me da una terrible envidia. Coger su madera para fabricar su panal, llevar su vida de obrera, de zángano, o de reina, quién sabe, y morir, tranquilamente, sin dar mal a nadie. Claro, y si un tipo hace una tontería excesiva le clavas el aguijón en un ojo.

Cada día me vuelvo más raro, y lo peor es que estoy tremendamente orgulloso de ello. No sé si esto será normal. Paula siempre que se enfada me dice que he cambiado mucho en los últimos tiempos (me lo dice desde que la conocí). Como para no cambiar, con ocho viviendas, mil conocidos, diez trabajos, numerosas desventuras y patadas en el culo. Y demasiados fallos.

Situaciones como las de ayer donde estoy rodeado de tipos felices a los que no era capaz de seguir la charla, la broma, el motivo de la risa fácil. Incluso una charla espontánea donde me acuchillaron el rincón más sentimental de las tripas. Desconcierta ser la nota que desafina.

Echo de menos alguien con el que marcharme al monte por la tarde y esconderme hasta las clases de la mañana siguiente. Un maqui educativo, o algo así.

Hoy he recibido un dvd de Ecologistas en Acción titulado Mi Último Valle, con un corto y algunas opiniones sobre la destrucción, para unos, y suerte para la supervivencia (esto es lo de Maquiavelo, pero da igual), para otros, del Pirineo.

Sí, también lo de Telefónica, pero ni merece la pena. En una línea este mes me han cobrado veinte euros extras por error, y en la línea de Peñarroya me han facturado el dúo adsl y llamadas. No saben los pobres que en Peñarroya no existe el adsl. ¡No hay preinstalación en el pueblo!. Supongo que me lo cobran porque les traiciona la buena intención de que sí lo hubiera. He llamado a la moza robótica y ya me ha dicho: reclama, buen mozo. Cuando me pasaba con otra operadora, le he comentado: tranquila maña, no te preocupes y no me pases, que me doy por jodido (y me ahorro el pérdida de tiempo).

martes, 7 de noviembre de 2006

LA TIERRA Y EL ESPÍRITU SANTO.

No sé si es de santos o de tontos, pero, desde las catacumbas tecnológicas, llevo noventa minutos intentando colgar estas ya agotadas palabras. Quizá las vean más flacas que cuando las escribí.

Quico, mi añorado jefe de estudios, suele decir que hay gente para todo. Pensaba en esto cuando he descubierto hoy que una buena mujer se dedica profesionalmente a dar abrazos. Pues sí, gente para todo (Y los que guardaban horas de fila para recibirlos…).

Mando una nota para el departamento Provincial de Educación. En ella les pido tres armarios con puertas de cristal para colocar dignamente la humilde colección naturalista que tenemos en curso. El viernes llamé a diferentes secciones hasta que di con los encargados de estas cosas. A varios les dio la risa floja ante mi petición y el último me dijo que no esperase estuviesen en la escuela antes de marzo. Quizá me costara menos aprender a soplar vidrio y el oficio de carpintero, pero tendremos paciencia.

Con los niños hemos acudido a la biblioteca para aprender a manejar una enciclopedia en el ordenador. Han buscado información para sus trabajos y han descubiertos tantas cosas que la clase ha transcurrido entre continuas exclamaciones de asombro y sorpresa. Recuerdo de este verano varias lecturas que hablaban de la tragedia que supone perder esa capacidad de asombro de los niños.

También he tenido una experiencia desagradable. Tiene relación con la asignatura de religión y con la de alternativa a la religión. Me pregunto cómo en la escuela laica la alternativa está representada por la no religión. ¿No debería ser la religión la alternativa?. ¿Por qué no se les cae la cara de vergüenza a quienes proponen y justifican el currículo de la asignatura de alternativa a la religión?. Mientras ocho de mis nueve alumnos dan religión (por cierto, tela marinera…; ya me explicaré algún día), yo estoy sólo con un niño. Y el abanico de contenidos abarca talleres de prensa, de teatro, de cultura aragonesa, etc. ¿Por qué no un taller de corte y confección?. ¿Qué pintan ocho niños hablando de si el espíritu santo era un palomo o un gorrión mientras yo trato con el pobre ateo el dance tradicional de la Ribagorza norte?. Es tan obvio que se trata de un parche para ir tirando mientras nadie levante la voz que no entiendo como se sostiene tal situación. ¿No parece evidente que la religión incide sobre una dimensión de naturaleza diferente a la escolar?, ¿no se entiende el disparate e insulto que supone tener a los no religiosos con unos talleres-pasatiempos mientras sus compañeros alimentan el alma?. ¿No sería más lógico y mejor para todos sacar esa asignatura al tiempo extraescolar, de forma que acudan los realmente interesados, y los otros puedan tranquilamente hacer algo más productivo que los inútiles talleres?.

Leo cosas sobre ciencia y me da una envidia infinita observar campos de estudio donde el progreso no depende de intereses políticos, ni de concursos de la tontería más grande, sino que todo avanza al ritmo de estudios, de evidencias, de trabajo objetivo y eficaz. Vamos, que se observa que, rápido o despacio, siempre se avanza. Aquí no: ahora la religión dentro, mañana fuera, pasado quién sabe. Y bueno, estoy ya preparado para la asignatura que se avecina de educación cívica. Ya me imagino…Manolito, dime las trece normas para ser buena persona y los siete principios de respeto al prójimo. En fin Pilarín…

Estos días buscamos noticias sobre fauna y medio ambiente para tratar por la mañana, de forma que las podamos relacionar con nuestro contenido actual de conocimiento del medio. Desgraciadamente no encontramos nada más que atropellos medioambientales y especies que languidecen trágicamente. Pero hombre, todo debiera tener un límite: estoy anunciando un paisaje a mis alumnos que menos mal no son capaces aún comprender plenamente, porque igual comenzaban a coger bajas por depresión. Hoy leemos en la prensa nacional acerca de un estudio según el cual se augura el agotamiento total de la pesca en 2048. Como todo: los ciudadanos del grupo B (la mayoría, quiero decir) leen esto, o lo ven en la tele, justo al lado del negrico con las moscas, se tragan medio filete, tiran a la basura el otro medio, y repasan el resto de noticias importantes en el 10 Minutos. Y los del grupo A (los de las redes, o la recalificación, o la superurbanización) siguen ordeñando la vaca sin pensar más allá de las ubres que tienen ahora sujetas. Pero…¿cómo somos tan tontos?. El planeta hace aguas, y todos posamos en la foto con una sonrisa a medio camino entre la ignorancia, la indiferencia, y la total falta de sensibilidad hacia la vida.

Por cierto, hablando de carroñeros, otra noticia sobre la ampliación de Cerler. Los vecinos del próximo pueblo arrasado por ARAMON, Montanuy, han presentado hoy más de quinientas alegaciones en las que tratan de expresar que es inminente el fin del lugar, de las tradiciones, de la ganadería, de la naturaleza. El alcalde, a su vez, dice que tranquilos, que la recalificación afecta a sus terrenos, pero de casualidad. Ni se había dado cuenta el infeliz. Que los analfabetos ganaderos y resto de trabajadores se callen, que él, como otros tantos salvadores, va a llevar la civilización y la prosperidad al lugar. ¿Cómo habremos podido sobrevivir sin ellos?.

jueves, 2 de noviembre de 2006

DESDE LA TERUEL DESCONECTADA, UN DÍA NORMAL.

Las fiestas en miércoles deberían celebrarse como San Claustro y Santa Comisión, mártires que lucharon contra las reuniones estúpidas del profesorado en este día intermedio de la semana. Dios les guarde en su reino.

Ya he dicho en alguna ocasión que ser maestro me permite avanzar en múltiples caminos y direcciones, y que quizá sea este uno de los motivos principales por el que tanto me gusta el oficio. Sí, realmente no es que me lo permita, sino que me obliga.

Cuando hablo con Jaime sobre la tutoría, y él expresa sus miedos y temores, siempre intento expresarle lo bonita que para mí resulta la experiencia: desde la necesidad de leer, de estar informado, de aprender en variopintos ámbitos, de proponer, de aconsejar o consolar, de conocer el mundo para luego poder explicarlo o incitar a su descubrimiento, y mil cosas más, hasta meter en una olla en ebullición un ave de cuestionable higiene (dejémoslo así) y adecentarla para seguir ampliando nuestra colección naturalista.

El martes a última hora nos fuimos de la escuela, subimos al mirador situado encima del pueblo, disfrutamos un instante del silencio, la brisa, el paisaje, e hicimos un dibujo de aquello que nos pareció más bonito. Fue un rato muy agradable, y volví a sentir algo parecido a lo del año pasado cuando en el patio ansotano miraba a los alumnos, al paisaje, me miraba yo mismo, y no entendía cómo podía ser tan afortunado.

Casi al acabar la tarde, mientras limpiaba la bici en la calle, se ha acercado un abuelo y ha comenzado a preguntarme y a contarme cosas. Se ha disculpado por haber interrumpido mi tareas. Qué lástima que haya sentido la obligación de pedir perdón varias veces, cuando ha sido un regalo poder escuchar sus ideas y su descripción de la vida del pueblo, de sus habitantes. Incluso se ha ofrecido para mostrarnos fotos antiguas de la escuela. Otro placer ya extinguido en la ciudad.

Hay veces que me siento extraño, incómodo de estar rodeado de personas adultas, y es entonces cuando entro en mi clase y me siento afortunado de poder esconderme allí la mayor parte de las horas de la semana.

lunes, 30 de octubre de 2006

ALBORECA, COMPRAS, LIBROS.

Venía muy contento del CRIET de Alcorisa, casi sintiéndome ya del Matarraña, pero siempre hay un tonto dispuesto a cruzarse en el camino.

Quizá todo sea teatro, que no es poco. En un momento de la obra “Ojalá estuvierais todos muertos”:

- Agresivo ejecutivo ejerciendo de turista (AEEDT) (pongamos por caso a cualquier visionario de ARAMÓN): “¿Qué haces siempre parado?. Yo pescaría sin descanso todo lo que pudiese.
- Habitante de la isla (HDLI): ¿Y para qué?.”
- AEEDT: “Pues para pescar toneladas y toneladas, y con eso comprar un barco.”
- HDLI: “¿Y para qué?.”
- AEEDT: “Para pescar más peces, y con el beneficio comprar más barcos, y con mi propia flota pescar aún más.”
- HDLI: “Pero…, y después qué?.”
- AEEDT: “Estúpido isleño ignorante, con los millones ganados montaría mi propio astillero, y sería multimillonario, y cientos de personas dependerían de mí, y ganaría más y más dinero.”
- HDLI: “¡Sí!, pero…¿después qué?.”
- AEEDT: “¡Arrrgggg!...pues (¡rrrggggg!),..., ¡ya habría conseguido todo!, y me sentaría y descansaría.”
- HDLI: “¡Pero hombre!, ¡si eso es justo lo que hago yo!: ¡me siento y descanso. ¿Para qué todo lo anterior?.”

Marcelino, la luz que nos guía, seguro que pensaría que el isleño infeliz no sabría hacer ni mermelada.

Para mí ilustra fielmente la desmesurada estupidez humana orientada hacia ninguna parte: el ganar dinero como meta en sí misma, el acaparar poder, construir y crecer, construir …y crecer. Y todo sin saber aún quiénes somos.

Emilio es tío de mi novia Paula. Y le guardo respeto por diferentes razones:

En primer lugar, por el mero hecho de haber vivido cincuenta años más que yo. En segundo lugar, por ser una de esas personas de las que nunca sale nada malo: ni una protesta, ni una queja, ni un lamento. Nunca una mala cara y siempre dispuesto a ayudar y agradar. En tercer lugar, y esto me provoca admiración y nostalgia a partes iguales, ha vivido gran parte de su vida en el campo. Un campo duro, donde trabajo se escribía con mayúsculas. Y, por último, compartimos una visión muy similar de la vida.

Emilio suele afirmar que ahora todo es mentira. Y esta frase para mí supone un auténtico y exhaustivo tratado sobre la vida y las cosas que la adornan. Recuerda cuando dormían en el monte varias noches con la cosecha para que no la robaran, cuando comer pan suponía viaje va y viaje viene con la harina a cuestas, o cuando, simplemente, pasar el invierno era un importante reto. Esta vida le hace evocar sentimientos puros, nobles, reales y auténticos. Para bien o para mal, pero auténticos. Sin embargo, la vida parece que ha llegado a un punto en el que nada es lo que parece (ya no te puedes fiar ni de los tomates) y donde esa vida del pueblo, tan cercana, es a menudo caricaturizada. “Ahora es todo mentira”. Este blog nació cuando en mi cabeza rondaban muy vivamente estas ideas, tras leer a José de la Mula, en el libro de Severino Pallaruelo.

El sábado me intentaron engañar. Intentaron llevarme a comprar a Grancasa. Estoy seguro que el demonio vive allí. Me senté en un banco con unos abuelos (pobres, ahora no les dejan ni tomar el sol en un parque) y observé como entraban las oleadas de compradores a las tiendas. Cogían un cinturón, lo miraban desde distintos ángulos, lo ajustaban a su ropa, meditaban la trascendente decisión, …etc. Me preguntaba cuánto de lo que compraban necesitaban realmente, y me costaba quitarme de la cabeza la idea de una ciudad personificada, una especie de troll gigante, que generaba los mecanismos adecuados para hacer que sus inquilinos se moviesen al ritmo que ella marcaba. Los ritmos del cerebro en off, del tiempo de usar y tirar, de comprar y gastar. Amo el silencio que ahora mismo siento.

Para mis ya queridos alumnos de Peñarroya compré siete libros en un rastrillo benéfico de Zaragoza por once euros. Hará falta una poca de cola de carpintero, pero seguro que sus fotos y textos sobre animales nos ayudarán mucho y provocarán frecuentes exclamaciones de sorpresa. También he traído El Árbol Sabio. Don Gustavo, mi maestro de 3º, 4º, y 5º de EGB, nos leía un trocito cada día hace ya casi veinte años (madre mía…). Me gustaron tanto que los compré (mi madre los compró, claro) y los leí mil veces cada uno. Hace poco los encontré y me quedé paralizado. Ahora yo los recogía. Viajarían conmigo a Peñarroya e intentaría sembrar la misma semilla que Don Gustavo ya cultivaba hace tantos años. Cada día de escuela recuerdo a muchos de mis maestros.

(¡Viva Alboreca!).

jueves, 26 de octubre de 2006

¿A CUÁNTO VAN LAS GRACIAS?

Son las cosas en las que más ilusión pones las que te arrean la cornada más profunda. Y hombre, no reviste demasiada gravedad pero casi mejor hubiera preferido unas simples gracias. Gracias, gracias, gracias. No parece difícil.

La semana del CRIET se acaba. Ayer visitamos Zaragoza, donde vimos una bonita obra de teatro. Por la tarde nos guiaron a través de los rincones del precioso Monasterio de Rueda. Toda la vida pasando cerca para pescar un pez sucio y feo y tardo 26 años en ver semejante obra. Fue maravillosa la actitud de los niños preguntando al guía sobre las cuestiones más curiosas y variadas.
Pensamos que sería buena idea crear una escuela en un monasterio de ese tipo. Lecturas en el claustro, juegos en los jardines, etc. Si me toca la lotería (aunque es complicado sin jugar, pero...) o ahorro cierta cantidad de dinero, pienso montar uno. Y una librería a la entrada.
Hoy hemos escuchado una charla de un saxofonista. Para los ignorantes musicales como yo ha sido pura ciencia ficción, y un deleite escuchar su música. Para los niños, casi todos estudiantes de música en sus pueblos, una nueva experiencia que contar sobre esta semana tan especial.
Y especial para mí es conocer de primera mano qué tienen los niños en sus cabezas en una experiencia que suele suponer en casi todos los casos la primera vez en la que salen del nido familiar: los variados miedos, temores, angustias, de esa primera salida; la necesidad de unas palabras de ánimo y tranquilidad, y los esfuerzos de todos por ir superando estos primeros obstáculos. Cuando una niña llora desconsoladamente a la hora de comer porque, sencillamente, siente miedo, sin saber siquiera las causas.
Este año se ha introducido en los CRIET la figura de angloparlante: un nativo inglés, Margaret, que tiene como misión incentivar el uso del idioma (actividades del lectura, charlas informales, traducción de menús y demás cartelería, etc.). Otro lujo más que añadir a la semana.
Por cierto, si no lo han hecho, no duden en visitar el blog de Mariano Coronas (ver enlaces, el hipervínculo está imposible), ya que es un lugar mágico donde un escritor de prestigio como Gonzalo Mouré puede aparecer y dedicar unas preciosas palabras a unos cuantos niños que tienen la sensibilidad y el maestro suficiente para emocionarse con sus libros.
Y gracias por la lectura. Tan fácil como esto.
(Siento lo de los párrafos apretados, pero aquí hace frío y se juntan para darse calor).