lunes, 29 de agosto de 2016

POLVO DE ESTRELLAS.

Estoy absolutamente hipnotizado tras la lectura de la introducción de un libro que comentaré por aquí en algún momento. Es una idea de tal profundidad que no comprendo cómo las charlas de los habitantes del Planeta, los bien alimentados al menos, no giran cada instante en torno a ella. En cualquier caso, alabanzas para Pere Estupinyá por ocupar de un modo tan meritorio parte del hueco enorme que existe en España en torno a la divulgación científica. Aunque sin ciencia es difícil hacer divulgación. Mariano y sus secuaces.

Hace mucho que no revolotea alguna por aquí

En unos días comienza el curso, un nuevo curso. A la incertidumbre de siempre le añadiré esta vez un poco de miedo. El curso pasado dudé en muchos casos si era un maestro mínimamente decente y competente. Y las dudas aún me acompañan. Algunos compañeros ejemplares, por otra parte y casualmente, sin relación con lo anterior, me lanzan algunos piropos en relación al trabajo. En mi cabeza es muy difícil de asumir ser buen maestro y mal maestro a la vez. Desearía que mi oficio fuera más sencillo y unívoco. Igual finalmente soy muy mal maestro y no soy capaz de enseñar lo necesario a los niños que se sitúan frente a mí.

Como en las grandes rupturas amorosas o los grandes traumas en general, cuesta hablar del suceso hasta pasado un tiempo y las consecuencias suelen ser importantes y con efecto a largo plazo. En lo que me respecta, la principal consecuencia es que, a la primera ocasión que encuentre, intentaré dejar de ser tutor. Me parece un oficio de un riesgo a la altura del de torero o funambulista. De una responsabilidad máxima y con una colchoneta muy pequeñita bien lejana. Representa una enorme pena, puesto que ser tutor en una escuela rural ha sido siempre una de las mayores ilusiones que he sentido en mi trabajo. No tengo claro si es válida la generalización de que las relaciones con las familias son cada vez más complicadas. Me inclino a pensar que sí en base a mi no muy larga trayectoria. Ser especialista de Educación Física es precioso en similar medida, con capacidad para invertir todo el trabajo que se desee, e implica un 99% menos de quebraderos de cabeza. 

Parece ser que para despedirme de esta faceta estaré con un grupo de niños de segundo a sexto de primaria. Un grupo con cinco edades diferentes y con cierta problemática de comportamiento desde hace tiempo. Será un buen reto antes de la retirada parcial.


1 comentarios:

Animal de Fondo dijo...

Desde la completa ignorancia te escribo: me parece difícil ser buen profesor sin serlo malo al mismo tiempo. La "maldad", yo lo llamaría fragilidad o inconsistencia, está en la condición humana y sin ella es imposible ser buen profesor.
En cuanto a las familias, yo , desde la misma ignorancia que antes, sí generalizaría. Si a las familias se las educa, por parte de la sociedad, machaconamente en los valores inversos, tal educación da sus frutos.
Un abrazo!

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