viernes, 6 de enero de 2012

ESPERANDO A DOS MIL TRECE, O CATORCE.

Cuando escucho y veo a un humorista, un locutor de radio, un actor teatral o, en general, a profesionales que tienen que mostrar siempre un gran entusiasmo y ánimo en su oficio, incluso alegría, pienso en lo difícil que debe resultarles. O tienen una rocosa estabilidad emocional o son capaces de aparcar las interferencias personales negativas cuando su trabajo comienza. Me imagino a un actor en los instantes previos al estreno de una esperada comedia teatral, con el público ávido de carcajadas mientras él piensa en el problema que acaba de sucederle y sobre el que desconoce la solución. Malditas sean sus carcajadas, supongo pensará.

En el acto festivo que suele cerrar el primer trimestre en casi todas las escuelas, planteamos desde el año pasado buscar contenidos que significaran pequeñas ventanas hacia lo que hacemos en el aula. Ornamentado para mostrarlo al público, pero con el objetivo claro de compartir un pedazo de escuela con los espectadores. Pretendemos huir de un acto sin sentido pedagógico, de actuaciones que no tienen nada que ver con el trabajo escolar y que sólo aportar nervios y pérdidas enormes de tiempo en ensayos. Así, la aportación de mi clase consistió en realizar una conferencia sobre el proyecto de colaboración que mantenemos desde el año pasado con la escuela Jean Piaget de Zaragoza. El trabajo final resultó sensacional; los niños hicieron una exposición con nivel sobrado para mostrarse en cualquier jornada de formación para docentes. Las familias les felicitaron por cómo lo hicieron y, especialmente, por el lenguaje lleno de humanismo que transmitieron.

Hoy, día en el que, entre otras cosas, siento muy claramente que mi trabajo en la escuela no tiene el mínimo sentido a la luz del mundo en el que vivimos y en el que vivirán los niños dentro de unos años, compartiré con ustedes las cuatro o cinco ideas que cerraron la exposición de los alumnos:

(…)¿Qué hemos aprendido?

¿Existen personas normales? ¿Qué es lo normal? ¿quién dice qué es lo normal?

Las dificultades especiales muchas veces desarrollan cualidades especiales como la fortaleza o la sensibilidad.

En todas las personas podemos mirar una parte buena, fuerte, o una parte mala, débil. Nosotros decidimos qué mirar.

Una sonrisa, un abrazo, un gesto, pueden comunicar asuntos muy importantes. (...)

Que tengan buen fin de semana. Algunos ya esperamos que dos mil doce acabe pronto.

2 comentarios:

Joselu dijo...

Durante un tiempo que yo estimo como maravilloso fui actor. Fueron tres o cuatro años. Aprendí lo que es salir a escena, lleno de dolor, inseguridad o miedo, y en el escenario verte transformado por la situación y el personaje que tiene su propia lógica. Los clowns que salen a hacer reír, pase lo que les pase en su interior, participan de esa generosidad que lleva a desbordar lo personal para abrirse a lo universal. Es uno de los aspectos más hermosos y humanistas de la profesión, a mi juicio, más hermosa del mundo.

Las ideas que cerraron la exposición de los alumnos tienen algo que me las hace estimables puesto que no expresan un contenido azucarado que es el que gusta tanto a tantos profesores. Hablan de dificultades, de las partes buenas y malas de las personas, de la supuesta normalidad… No me cabe duda de que detrás de las reflexiones de los chavales siempre hay una mentalidad que impulsa, que selecciona, que da núcleo a lo dicho. Los chicos tienden a decir lo que saben que gustará al profesor. Otro profesor que no fueras tú, probablemente nos hubiera traído otras ideas porque las hubiera encontrado más estimulantes y esperanzadoras, y no porque estas no lo sean, puesto que ese hincapié en las sonrisas, en los gestos, en los abrazos, también tiene su carga de empatía.

En cuanto a que acabe 2012, me pregunto por qué. ¿Porque estamos en crisis? ¿No te parece un estado propiciador de sentimientos e ideas mejor que lo que fueron los años del ladrillo? Tal vez nos estemos convirtiendo en más esenciales. Quiero pensarlo así.

Kikiricabra dijo...

Joselu, he vivido este año varias situaciones en las que con claridad los alumnos estaban diciendo, sin darse cuenta, lo que el profesor esperaba que dijeran. Creo que es inevitable. De hecho, comenzamos el curso pasado la colaboración con la escuela de educación especial porque yo quería que precisamente esas ideas expuestas llegaran a sus cabezas. Sobre contenido azucarado, aún creyendo que se da muchas veces, en este caso las conclusiones parten, o se acompañan, de experiencias y contacto directo, lo que aporta un mínimo contenido de realismo y sinceridad.

Estoy pensando en si podría hablarse en algunos casos de adoctrinamiento, y no tengo el pensamiento muy claro.

Creo profundamente en el pesimismo. Intento que mis sentimientos e ideas corrar por caminos diferentes a los de los bancos y los políticos que juegan a las marionetas. Mi crisis principal es interior, y constante.

Un fuerte abrazo.

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