martes, 20 de septiembre de 2011

DE VUELTA. UNAS PALABRAS ANTES DE DORMIR PARA ESPERAR OTRO DÍA.

Lugar desconcertante, como tantos otros.

Ya. Una parte de mi ausencia tiene que ver con no saber qué escribir. Estoy casi seguro de estar viviendo el proceso de atrofia de mi cerebro, lo que me deja cada semana un pensamiento un poco más endeble y aletargado. Sin ir más lejos, la semana pasado fui timado por un muchacho del movimiento Hare Krishna, aunque no les daré detalles para no ahondar en mi vergüenza.

El comienzo de curso no ha sido especialmente brillante. Para empezar, quedé profundamente desorientado cuando el trabajo de los niños durante el verano ha sido cero o justamente el contrario al que sugerí. Sólo en un caso fueron consideradas mis recomendaciones. Así, algunos alumnos trajeron ejercicios mecánicos, repetitivos, descontextualizados, sin valor alguno, que eran justamente los que pretendía evitar cuando en junio mantuve una reunión con cada niño y su familia para despedir el curso y entregué distintas opciones de trabajo veraniegas (diario, listado de lecturas para elegir, correspondencia, colecciones,…) Este hecho me genera grandes dudas, y es que no sé si transmití bien a las familias la información sobre el valor de las actividades o es que estas creen en otro tipo de trabajo. Por otra parte, aunque quizá el daño sea más emocional que real, es el verano que menos cartas me han escrito mis alumnos. Apenas dos siguieron la sugerencia. Ni siquiera con la motivación añadida de responder una postal recibida desde un lugar bien lejano.

Por otra parte, el proyecto escolar del huerto también ha hecho aguas. Por distintas razones el mantenimiento veraniego al que se comprometieron varias familias no fue como se esperaba y, como gran guinda del pastel, sufrimos algunas incursiones de los adolescentes borrachos que confunden el disfrutar de la vida con joder al prójimo ignorando su esfuerzo e ilusión. Tomateras arrancadas, tomates estampados en la pared, mangueras robadas o rotas, cebollas rotas por el suelo, fueron algunas de sus obras. Me niego a creer que esto es lo normal. Me niego a creer en una diversión alcoholizada que no respeta ni el más elemental derecho del vecino, del amigo, del familiar o de la escuela de su pueblo. No creo que la solución esté en candados o muros más grandes. Creo que todo se reduce a educación y respeto, aunque creo también que esa lucha está medio perdida. Cada verano me entristece comprobar cómo las escuelas de los pueblos son utilizadas como lugar de vandalismo, y a su alrededor es fácil encontrar pintadas, litros de bebida desparramada por el suelo o aún en sus vasos de plástico, ventanas rotas, cientos de cristales rotos adornando el conjunto. Ahora llegan las fiestas locales con sus vaquillas y sus verbenas y, supongo, la escuela volverá a sufrir a los que no entendieron demasiado cuando pasaron por ella.

Me despediré contándoles que hace cuatro días corrí por un sendero maravilloso durante un largo rato. Al acabar fui al río y me tiré sin apenas quitarme las zapatillas. El día era deslumbrante y me quedé flotando con la mirada en el cielo y pensando que era difícil alcanzar mayor plenitud. Parecía que todo bajo el cielo funcionaba con belleza y armonía. Incluso en ese instante pensé que debía contar tal sensación en el blog. La pena es que hay situaciones contrarias de la misma intensidad. Y la contradicción es terrible.

Que tengan buen martes.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Los momentos de mayor armonía han estado relacionados con el rio
Algo debe de tener
Nos rellenaremos de ella para cuando nos alcance el caos
Feliz semana
Pili Amparo

Animal de Fondo dijo...

Por una vez, me encuentro tan desorientado como tú, pero del otro lado de la barrera. Ayer comenzó las clases de secundaria mi hija mayor, con once años. Y jamás imaginé que pudiera tratarse con tanta grosería a una persona como me trataron a mí las ordenanzas del instituto a quienes se me ocurrió reclamar un horario. Simplemente para saber a qué hora debíamos recoger a mi hija.
Desánimo por desánimo, veo que por fin han conseguido que nos destruyamos nosotros solitos, unos contra otros, sin necesidad de otras plagas ni de otras armas.
Un fuerte abrazo.

Joselu dijo...

José Luis, la entropía forma parte de la existencia. A cada momento de orden corresponde otro de desorden, a cada instante de felicidad, otro de desventura, a cada momento de construcción, otro de destrucción. No he entendido que la cosa pueda ser de otro modo. Tu momento de felicidad flotando en el río puede ser que restableciera el equilibrio de todo lo demás. No esperes otra cosa. Los hindúes lo tienen claro con su diosa Kali que, con su labor de destrucción, contribuye al equilibrio del universo. Y espero que los Hare Krsna no te hicieran una muy grande.

Un abrazo.

Isabel García Alonso. dijo...

Yo extraigo enseñanzas de Sancho Panza y su carácter práctico y esperanzado, tan apegado a la realidad. Vuelve a cultivar tu huerto, repite a tus alumnos las mismas cosas una y otra vez, no esperes demasiado de las familias, ya sabes cómo son. Recoge vidrios, limpia pintadas y sigue elevando los ojos al cielo, eso sí, sin caer en la melancolía. Esos niños te necesitan, aunque ni ellos ni tú lo sepáis.

"—¡Ay! —respondió Sancho llorando—. No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver".

Kikiricabra dijo...

Pili Amparo... el río se está secando. El caos aumenta.

Animal de Fondo, es muy amargo encontrar personas que atienden al público con tan mal carácter. Van tiñendo de negro lo que tocan. Espero que tu hija haya comenzado bien su nueva etapa.

Joselu, los hindúes no pueden ayudarme demasiado, pues, con sus miles de dioses, si algo tienen es un gran jaleo. Sobre la entropía, preferiría tener una existencia serena y armoniosa y dejar el desorden para cuando ya me halle en el reino de los muertos.

Isabel García, no sé qué decirte. Dudo realmente que los alumnos me necesiten. Ahora todo se tambalea. Es momento de agachar la cabeza y pedalear contra el viento. Luego comprobaré si he avanzado algo o no. Es bonito y muy pertinente el fragmento del señor Sancho.

Gracias a todos por vuestra participación.
Un saludo.
Kikiricabra

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