Sabinas, Beceite y al fondo el Pirineo. Hacia atrás, el mar. La vista es maravillosa.
He estado a punto de desvelar un humilde y subconsciente secreto, pero no es momento. Es necesario esperar a mayo. Entonces iré al lugar concreto, les haré una foto bien hermosa, la pondré aquí y les contaré la historia. Y luego, si ella quiere, abrirá la puerta con olor a madera.
En la escuela ya estamos en el segundo trimestre. Han pasado fatigosa y, a la vez, rápidamente cuatro meses de curso, y ahora avanzamos por el que debería ser un trimestre en el que ya están bien asentados los cimientos del curso. Sin embargo, siento que estoy igual que el primer día, que cada sesión es un reto inabarcable, que no sé bien qué haré con esta clase o con aquella, que los compañeros ayudantes en la sesión no observarán sentido en lo que hacemos. Lo realizado en el primer trimestre y en el curso anterior, no son sino intentos desesperados de salvar el día, la semana, y el mes. Al no haber un soporte administrativo y curricular para el área de educación física en educación especial, al no tener la formación necesaria para atender a necesidades y niños tan diferentes, al no haber apenas bibliografía específica, no soy capaz de articular y cimentar una asignatura coherente que me permita una progresión seria y rigurosa, y por eso siento cada semana, cuando llega el domingo y pienso qué puedo hacer, que vuelvo a construir un castillo de arena provisional para cinco días, que será derribado de nuevo el viernes, y que no me ofrecerá demasiada ayuda sobre qué hacer la siguiente semana. Dicho de manera más clara, pues cada día mi lenguaje se está enredando al mismo ritmo que mis pensamientos, cada lunes vivo la misma incertidumbre e idéntico desasosiego que el anterior. Mi trabajo de hoy no me sirve apenas como apoyo para el de mañana. Y esto resulta absolutamente frustrante.
Y ahora seguiré pensando qué hacer dentro de diez horas. Que trabajen bien.
He estado a punto de desvelar un humilde y subconsciente secreto, pero no es momento. Es necesario esperar a mayo. Entonces iré al lugar concreto, les haré una foto bien hermosa, la pondré aquí y les contaré la historia. Y luego, si ella quiere, abrirá la puerta con olor a madera.
En la escuela ya estamos en el segundo trimestre. Han pasado fatigosa y, a la vez, rápidamente cuatro meses de curso, y ahora avanzamos por el que debería ser un trimestre en el que ya están bien asentados los cimientos del curso. Sin embargo, siento que estoy igual que el primer día, que cada sesión es un reto inabarcable, que no sé bien qué haré con esta clase o con aquella, que los compañeros ayudantes en la sesión no observarán sentido en lo que hacemos. Lo realizado en el primer trimestre y en el curso anterior, no son sino intentos desesperados de salvar el día, la semana, y el mes. Al no haber un soporte administrativo y curricular para el área de educación física en educación especial, al no tener la formación necesaria para atender a necesidades y niños tan diferentes, al no haber apenas bibliografía específica, no soy capaz de articular y cimentar una asignatura coherente que me permita una progresión seria y rigurosa, y por eso siento cada semana, cuando llega el domingo y pienso qué puedo hacer, que vuelvo a construir un castillo de arena provisional para cinco días, que será derribado de nuevo el viernes, y que no me ofrecerá demasiada ayuda sobre qué hacer la siguiente semana. Dicho de manera más clara, pues cada día mi lenguaje se está enredando al mismo ritmo que mis pensamientos, cada lunes vivo la misma incertidumbre e idéntico desasosiego que el anterior. Mi trabajo de hoy no me sirve apenas como apoyo para el de mañana. Y esto resulta absolutamente frustrante.
Y ahora seguiré pensando qué hacer dentro de diez horas. Que trabajen bien.
7 comentarios:
Qué ganas tienes¡¡¡¡¡ Y los demás por tí.
Un abrazo muy fuerte desde Madrid.
P. D.- y un poquito por mí, también...
Recuerdo que un amigo y yo acampamos en una zona de acampada enfrente de Beceite. Quizás lo veíamos desde la misma perspectiva que aparece en la foto. Por la mañana a eso de las nueve sonaba en el pueblo una música para iniciar el día. La oíamos desde la lejanía. Por las noches observábamos las estrellas y recorríamos los ríos del Matarraña, una comarca que necesitaría un escritor para inmortalizarla como fue Jesús Moncada en Camí de sirga para Mequinenza. Calaceite tiene una plazuela dedicada a los artistas. Entiendo tu sensación de estar construyendo en la arena. Es la misma que tengo yo y por ello no me resulta desconocida. La incertidumbre nos acompaña, pero hay personas que la asumen sin conflicto y otras a las que nos produce intensa desazón existencial.
tu trabajo debe ser agotador mentalmente, hay que ser valiente y echarle ganas para hacer lo que haces
Pues me encanta leerte y me gusta que digas que "el domingo.....", eso es vocación y ganas de hacer las cosas bien. No te desanimes que aquí estamos para levantarte la moral cuando lo necesites. Te envio un abrazo Lola
Anónimo, tengo ganas de tantas cosas que no creo que con tres o cuatro vidas me dé tiempo. Gracias por ese abrazo, aunque sea estresado y contaminado.
Joselu, la soledad en la naturaleza y la experiencia de los ritmos naturales son probablemente las experiencias que mejor permiten autorreconocerse y meditar. Además, las montañas y los pueblos del Matarraña aún guardan un silencio y una belleza especiales. Gracias por estar aquí. Un gran abrazo, compañero constructor de imposibles con arena.
Hola, Eloi BLQ. Valiente no te lo podría asegurar. Más bien son las circunstancias que llevan a uno por unos u otros caminos. Pero agotador lo es, ciertamente. Aunque ya sabes ese principio de cierta teoría psicológica que afirma que el problema, o la ventaja, no está en la situación, sino en cómo cada uno maneja mentalmente esa situación.
Hola, Lola. Recibo tu abrazo y las fuerzas que llegan con él. Gracias. Muchos maestros están los domingos trabajando, y los sábados, y las noches de cualquier día,...; lo hacen porque este es uno de los dos trabajos más bellos que existen. Sólo así se entiende. Te envío otro gran abrazo para ti.
Piensa que algo se les quedará en la mochila. Si, a ellos también, y ojalá que sea parte de tu entusiasmo por enseñar.
Maestro, que bonita palabra.
Besos, todos los posibles,
Pili Amparo
Amparito, gracias por tu aportación.
No sé si algo les quedará en la mochila; supongo que sí, igual que a mí, pues somos fruto de nuestras experiencias, de las personas con las que compartimos un trocico del camino.
Un fuerte abrazo.
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