Muchos días cuestiono la decisión de escribir en el blog. Sueles escribir muchas tonterías, me digo. El caso es que hace unos días Lamima me escribió un correo adjuntando el programa de los actos de la feria del libro de Jaca. Me lo envió para recordarme que el maestro J.L. Sampedro estará allí. Pues bien, haber conocido y estar en contacto con varias personas a través del blog es uno de los motivos más importantes para seguir apareciendo por aquí. Por cierto, del trece al diecisiete, a Jaca.
Hermano pajarero me aficiona a un foro ornitológico. Allí el biólogo argentino Hugo Paulini me nombra el Tai Chi y el Tao como ámbitos interesantes para acercarme a las filosofías orientales. Busco, evidentemente perdido, en la librería y encuentro un par de ejemplares. No entiendo nada. Todo símbolos y metáforas que no soy capaz de interpretar. Pero, en la búsqueda, se cruza un librito que me llama la atención y lo compro. Llegan las vacaciones y lo abro. Es el que nombré hace poco: El Monje y el Filósofo, y, sorpresa, en él encuentro un auténtico mundo de ideas, sugerencias, reflexiones. La cadena de casualidades ha concluido en un feliz hallazgo.
Comienzo con una cita del físico, matemático, y astrónomo ingles James Jeans extraída de la charla entre el hijo monje y el padre filósofo: “El universo empieza a parecerse más a un pensamiento que a una máquina”. Al margen de su interpretación, me parece una frase hermosa.
“Hay dos actitudes frente a la realidad o la humanidad en su conjunto. La primera es común al epicureísmo, al budismo, y al estoicismo, y consiste en decir que el conjunto de la realidad del mundo y de la humanidad no puede mejorarse en cuanto tal. Lo único que puede mejorarse es el psiquismo humano. La solución es, en suma, el acceso a la espiritualidad, a la sabiduría personal (…)”.
Citando El Buda de André Migot: “Se ha discutido mucho si el budismo es una religión o una filosofía, y la cuestión nunca se ha zanjado. Planteada en estos términos, sólo tiene sentido para un occidental. Sólo en Occidente la filosofía es una simple rama del saber, como las matemáticas o la botánica, en la que un señor, por lo general un profesor, estudia durante su curso una doctrina determinada, pero al volver a casa vive exactamente como su notario o su dentista, sin que la doctrina que enseña tenga la menor influencia sobre su comportamiento en la vida. Sólo en Occidente la religión es, para la gran mayoría de los fieles, un pequeño compartimento que abren determinados días, a ciertas horas o en circunstancias muy concretas, pero que vuelven a cerrar cuidadosamente antes de actuar. Si bien en Oriente existen también profesores de filosofía, un filósofo es allí un maestro espiritual que vive su doctrina rodeado de discípulos deseosos de vivirla siguiendo su ejemplo. Su doctrina no es nunca pura curiosidad intelectual, sólo tiene valor gracias a su realización”.
De éste último fragmento, la última frase especialmente, se pueden extraer algunas ideas interesantes en relación con los maestros. Los de las escuelas actuales, me refiero.
Hermano pajarero me aficiona a un foro ornitológico. Allí el biólogo argentino Hugo Paulini me nombra el Tai Chi y el Tao como ámbitos interesantes para acercarme a las filosofías orientales. Busco, evidentemente perdido, en la librería y encuentro un par de ejemplares. No entiendo nada. Todo símbolos y metáforas que no soy capaz de interpretar. Pero, en la búsqueda, se cruza un librito que me llama la atención y lo compro. Llegan las vacaciones y lo abro. Es el que nombré hace poco: El Monje y el Filósofo, y, sorpresa, en él encuentro un auténtico mundo de ideas, sugerencias, reflexiones. La cadena de casualidades ha concluido en un feliz hallazgo.
Comienzo con una cita del físico, matemático, y astrónomo ingles James Jeans extraída de la charla entre el hijo monje y el padre filósofo: “El universo empieza a parecerse más a un pensamiento que a una máquina”. Al margen de su interpretación, me parece una frase hermosa.
“Hay dos actitudes frente a la realidad o la humanidad en su conjunto. La primera es común al epicureísmo, al budismo, y al estoicismo, y consiste en decir que el conjunto de la realidad del mundo y de la humanidad no puede mejorarse en cuanto tal. Lo único que puede mejorarse es el psiquismo humano. La solución es, en suma, el acceso a la espiritualidad, a la sabiduría personal (…)”.
Citando El Buda de André Migot: “Se ha discutido mucho si el budismo es una religión o una filosofía, y la cuestión nunca se ha zanjado. Planteada en estos términos, sólo tiene sentido para un occidental. Sólo en Occidente la filosofía es una simple rama del saber, como las matemáticas o la botánica, en la que un señor, por lo general un profesor, estudia durante su curso una doctrina determinada, pero al volver a casa vive exactamente como su notario o su dentista, sin que la doctrina que enseña tenga la menor influencia sobre su comportamiento en la vida. Sólo en Occidente la religión es, para la gran mayoría de los fieles, un pequeño compartimento que abren determinados días, a ciertas horas o en circunstancias muy concretas, pero que vuelven a cerrar cuidadosamente antes de actuar. Si bien en Oriente existen también profesores de filosofía, un filósofo es allí un maestro espiritual que vive su doctrina rodeado de discípulos deseosos de vivirla siguiendo su ejemplo. Su doctrina no es nunca pura curiosidad intelectual, sólo tiene valor gracias a su realización”.
De éste último fragmento, la última frase especialmente, se pueden extraer algunas ideas interesantes en relación con los maestros. Los de las escuelas actuales, me refiero.
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