viernes, 6 de junio de 2008

DE MARICAS, PRIORIDADES FAMILIARES, Y BICIS CONTENTAS.


Hoy he recibido en la escuela El Gorrión, la publicación que llega volando desde Labuerda invitando a conocer la actualidad y la vida del Sobrarbe. Si no fuera ansotano, seguramente me haría del Sobrarbe.

Hay varios aspectos por los que no estoy especialmente feliz en Peñarroya y por los que tengo ya ganas de marchar a otro lugar. Uno de ellos es el de mi probable falta de masculinidad, de virilidad, de hombría. El curso pasado un compañero de trabajo le dijo a uno de sus alumnos que los ciclistas, dado que se afeitan las piernas, eran “maricones”, y, siguiendo el silogismo, yo probablemente lo fuera. También algunas familias al observarme salir a correr por el monte o en bici, y generalmente con ropa ajustada, indicaron a sus hijos que igual era marica. Y finalmente hoy un niño de clase ha llegado preocupado al comenzar la mañana y me ha dicho que un tipo del pueblo de dieciséis años, un futuro terrorista en potencia, iba diciendo ayer que su maestro, yo, era maricón. El caso es que tanta opinión en armonía me tiene ya preocupado y quizá deba dejar asomar los pelos del pecho por el cuello de la camisa, mear en alguna esquina para marcar el territorio, acudir al trabajo cada mañana gritando al estilo de tarzán, o acudir cada sobremesa al bar para jugar al guiñote y beber coñac. Y, claro, jugar al fútbol, deporte de hombres donde los haya. Hay que estar por encima de estas cosas, es evidente; pero cansar, cansan un rato.

Hoy hablaba con la psicopedagoga adscrita al centro y con una compañera del CRA sobre los modelos familiares en torno a la educación de los niños. La primera contaba asombrada que en sendas charlas realizadas en otros pueblos, las pocas madres que habían tomado la molestia de acudir se mostraban totalmente impotentes ante las peticiones de los niños en la comunión: televisión para el cuarto, nintendo, ordenador para jugar, y móvil para comunicarse con el vecino que vive enfrente y de paso descargar fotos y vídeos porno y politonos con la estupidez de moda. A los pobres les hace ilusión, decían las familias y, además, como todos hacen lo mismo, no le voy a decir yo que no a mi niño.

Paréntesis: intento buscar los datos y conclusiones del proyecto emprendido en Francia consistente en que un grupo de colegiales y sus familiares se comprometieran a no ver la televisión ni usar otras máquinas infernales durante un mes, comprobando después cómo se habían modificado los patrones de comportamiento, los resultados académicos, las relaciones familiares, etc.

En la misma línea que comentaba, todas las madres que han hablado conmigo últimamente sobre problemas académicos de sus hijos comienzan buscando justificaciones en los despistes del niño, en la comunión y los regalos, etc., y concluyen afirmando que realmente no le dedican demasiado tiempo, que no pueden estar con él cada día leyendo, repasando, aprendiendo, ayudando. Al llegar a este punto, ya no sé bien qué decir. Simplemente pienso que un hijo es precisamente para eso, para estar al lado. En una charla de hace un tiempo, la psicopedagoga nombró algo que me gustó mucho: no se puede pretender modificar o incidir en la conducta de los niños únicamente con razonamientos y argumentos de adulto; los hábitos del niño se forjan en el día a día, en acompañarle a leer cada tarde, en ayudarle a organizar sus deberes y comprobar su agenda, en hacer juntos una excursión el fin de semana, etc. No en el “haz eso porque es tu obligación” o en el “como no hagas eso…”. Creo que mientras el acompañamiento diario del niño esté confiado a la TV, la videoconsola, y otras zarandajas, es panorama es poco favorable. Creo poder afirmar que tengo una estupenda relación con mis alumnos. Esta relación, la confianza ganada, estoy seguro se debe simplemente a haberles dedicado más tiempo del que obligatoriamente me correspondía. A hacer una excursión una tarde con ellos si se terciaba, a quedarme dos horas al salir de clase jugando en el frontón, o a quedarme muchos días ayudando para completar un artículo del blog. Creo que no hay más misterio que el tiempo dedicado.

Hace dos semanas una niña no sabía ir en bici. Incluso hubo un pequeño enfado de su madre al animarla para que consiguiera otra bicicleta de la talla adecuada para su hija. Finalmente, con algunos problemas, la niña está progresando muy bien en la unidad, y hoy su madre ha venido muy feliz para indicarme que le preguntara a su hija por el fin de semana, en el que participó en una excursión por la vía verde de Cretas. La madre estaba encantada de la autonomía mostrada por la niña, por lo feliz que había quedado, y por el refuerzo y estímulo encontrado para incidir sobre algunos problemas de autoestima, autoconcepto, o relaciones con los compañeros. Finalmente, conseguir la bici mereció la pena.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Del tiempo que llevo entrando en vuestro blog a través de Víctor, permíteme que te diga como maestra, que eres bueno en lo que haces y un buen ejemplo para tus alumnas y alumnos.
Podríamos hablar de la actitud negativa de los padres hacia sus hijos y no acabariamos. Lo terrible es que no se dan cuenta que a la larga, la vida pasará cuenta, no solo del tiempo que le has dedicado, si no fundamentalmente de lo que le has amado y apoyado.
Estamos "construyendo" niños y niñas predispuestos a no frustrarse nunca, y lo estamos pagando desde hace tiempo, tanto en las aulas como en las familias.
De lo de la depilación, me he reído porque mi hijo mayor, deportista de 18 años, el verano pasado empezó a depilarse y le ayudaba yo, pero tanto él,como yo nos tuvimos que oír que eso de depilarse era una mariconada.
Bueno, suerte para el curso que viene.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Hola Mamen.

Gracias por tu comentario y bienvenida.

Yo no tengo la mirada (conocimientos, experiencia, ...) lo suficientemente elevada como acertar sobre el futuro, pero creo que los valores que rodean a los niños actualmente..., o el tiempo que se dedica para ayudarles y estar a su lado...

Un saludo

Anónimo dijo...

Es que no me puedo creer lo que leo. Sinceramente pensaba que eso eran ya cosas pasadas pero no, seguimos siendo igual de "carnuces" para algunas cosas. No sabes como lo siento (y como admiro tu temple: yo me pondría como una loca...).
Un hijo es para vivirlo, si señor. Nunca tendremos suficiente tiempo para eso Jose Luis. Yo siempre pienso que no lo tengo. Ni para mí (que también hace falta) ni para ellos.

Anónimo dijo...

Hubo un tiempo en que pensaba que determinados comportamientos, actitudes, prejuicios, etc. se irían superando; que, a mayor educación, mejores personas; que algunos “trogloditas” dejarían de serlo porque se sentirían aislados y acabarían por cultivar sus cerebros y evolucionar, simplemente evolucionar… Es evidente que no es así y que estaba equivocado (como en tantas cosas). La verdad es que hay muchos ejemplares de una fauna que no sólo no desaparece, sino que viene crecida y que tiene auditorio.
Como dice Lamima, admiro tu temple y te felicito por ese tono humorístico con el que resuelves la cuestión. Creo que es la mejor estrategia para evitar otros enfrentamientos que a ti nunca te traerían nada bueno porque las bestias lo son en todo. Harás bien en cambiar de aires; quizás con el tiempo, alguien (además de tus alumnos) reconozca que hubo un maestro en su pueblo al que no supieron retener porque no supieron ni mirar, ni percibir, porque había muchos mediocres (gran problema de este país).
Un abrazo y a plantar fuerte.
Mariano

Anónimo dijo...

El anónimo de arriba es José Luis. El mismo que escribe ahora.

Lamima y Mariano, gracias a ambos. Me alegra especialmente que os parezca acertada la manera de resoverlo, puesto que el artículo fue justo eso: estaba un poco superado por la situación y ya comenzaba a plantearme pedir explicaciones a los implicados, pero, como bien decís, pensé que únicamente me podría reportar más problemas y jaleos, así que decidí cerrar el asunto explicando el problema en el blog, que realmente es una buena vía de liberación para algunas cosas como ésta.

De prejuicios sobre el color de la piel, la masculinidad, ..., podría hablar un buen rato.

Lamima, hay situaciones en las que las familias que están al lado de los hijos en el aspecto educativo son las excepciones. A mí me parece increíble, pero así lo veo.

Gracias por los comentarios y por vuestra visita.
José Luis.

Publicar un comentario