martes, 18 de abril de 2006

64 días son, aproximadamente, los que quedan para acabar el curso. Un suspiro.
Tras el paréntesis semanasantil tengo el reto de retomar la dinámica del día a día con mis alumnos, de volver a engrasar las tuercas de la cabeza, de sorprendernos, de aburrirnos. Pero ante todo, tengo el reto de centrarme y sacar provecho a este tiempo.
Mañana nos miraremos de nuevo las caras intentando adivinar las intenciones de cada uno, y dedicaremos el día a darnos cuenta que de nuevo estamos en la escuela. En una de ellas. Estos días la calle ha sido la otra escuela. Que se lo digan a Diego, a quien un ciclista californiano ha dado hoy un cuarto de dólar por vigilar su bici para poder tomar un refresco, mientras jugaba impasible con sus marcianos.
¿Alguien vería lógico que los maestros no compartieran todas las vacaciones con los alumnos, sino que algunos días fueran laborables y aprovechados para la tarea de programación y planificación?.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que más que trabajar algunos días de vacaciones planificando y progamando que quizá también, lo que necesitaríamos sería ganar tiempo semanal para esa preparación y progamación. Por ejemplo, pasar de dar 25 a 20 horas lectivas i ese tiempo invertirlo en planificar y programar.

Anónimo dijo...

¿Quién no ha pasado algún rato que otro de estas vacaciones sacando faena de programaciones adelante...?

Publicar un comentario